Meditación: Kintsugi

Publicado el 08/04/2023
Agustinos


Texto: Miguel Ángel Sierra, OSA

Nueva vitalidad 

“El más terrible de los sentimientos es el de tener la esperanza perdida”

(Federico García Lorca)

Kintsugi

Quiero comenzar esta reflexión, haciendo mención de un arte, de una tradición japonesa muy antigua.

Este arte, o esta tradición consiste en reparar los objetos que se rompen –los objetos rotos- (las vasijas, los objetos de cerámica en general).

Cuando los japoneses reparan los objetos rotos, unen sus  pedazos, y enaltecen las zonas dañadas rellenando las grietas con oro. Creen que cuando algo ha sufrido un daño y tiene una historia, se vuelve más hermoso.

Este arte japonés de la reparación de la cerámica rota con polvo de oro o plata, se llama Kintsugi

El resultado es que la cerámica no sólo queda reparada sino que es aún más fuerte que la original.

 En lugar de tratar de ocultar los defectos y las grietas, estos se acentúan y se celebran, ya que ahora se han convertido en la parte más fuerte de la pieza.  En lugar de considerarse que se pierde el valor, al reparar la cerámica se crea una sensación de una nueva vitalidad. Dicho de otra forma, el objeto se vuelve más bello después de haber sido roto y reparado.

Llevemos ahora esta imagen al terreno de lo humano, a nuestras vidas.  Nosotros, al igual que las vasijas de cerámica, también somos frágiles, y quizá la vida nos puede haber golpeado en algún momento, posiblemente guardemos grietas, fisuras, cicatrices difíciles de cerrar… en lo profundo de nuestro corazón.

Quizá ocultemos nuestros pedazos pensando que son inútiles y fruto de la imperfección…

Pero Dios es el Alfarero, que con sus manos llenas de amor, de ternura y de cariño, repara con ORO las grietas de nuestras vasijas, porque para Él somos muy valiosos, somos únicos.

Y nuestro corazón maltrecho, queda reparado con los hilos dorados del amor de Dios, y se vuelve más fuerte como las vasijas reparadas con el arte del Kintsugi.

Hoy, queremos poner nuestro corazón delante de Dios nuestro Padre, tal y como está… con sus heridas y sus cicatrices, con sus alegrías y sus esperanzas…

Y lo vamos hacer diciéndole: “Sólo quiero decirte que te quiero”