Texto: Miguel Ángel Sierra, OSA
¡Escucha!
Tres palabras, tres imperativos nos van a ayudar o nos van a guiar la reflexión. Son tres términos que vienen resonando en nuestra vida, pero que hoy quieren ser una invitación muy personal a cada uno de nosotros:
Las tres palabras son: LEVÁNTATE, ESCUCHA Y CAMINA.
2ª ¡ESCUCHA!
La sordera es, sin duda, un gran problema. Nos aísla de los demás. Nos priva del canto y la palabra, del concierto y el diálogo. El hombre se realiza con la relación. No basta con estar en pie y mirar hacia lo alto, hay que mirar alrededor y caminar.
Pero la peor sordera es la del que no quiere oír. Se trata de un auto-empobrecimiento espiritual.
Esta sordera origina un movimiento de ruptura que destruye los más nobles sentimientos y nos cierra a la gracia de Dios. Porque la relación de Dios con el hombre es en diálogo. Dios se acerca al hombre para hablar con él, como un amigo. Pero puede resultar comprometido escuchar a Dios, por eso –a veces- tendemos a distraernos con otras palabras…
Escuchar es una manera de amar. No escuchar a una persona es signo de indiferencia y menosprecio.
Cuando una persona está enamorada, no sólo escucha las palabras del que ama, sino que las «devora», las entraña, las convierte en su propia sustancia. Los enamorados no se cansan de hablar. ¿Y qué se dicen? Muy poquitas cosas, a veces nada, pero se escuchan, no hay vacío, hay una comunicación profunda sin palabras… En cambio, si falta el amor, hay que llenar el vacío como sea, tal vez con palabras…
Algo parecido puede suceder en la oración. Se puede rezar intensamente sin pronunciar ningún discurso. Se trata de estar abierto a la presencia de Dios y de contemplar o escuchar, o simplemente «estar».
Estar a la escucha de la Palabra
Para escuchar la palabra de Dios hay que desearlo mucho y hacer silencio. Después afinar bien el oído, porque su palabra es muy fina, y muy variada. Nos puede hablar de muchas maneras y por muchos medios. Sin embargo, nos habló en una manera plena y definitiva en su Hijo Jesús.
Pero Jesús hoy y en cada momento nos sigue hablando y nos dice a cada uno de nosotros: «No temas», «Yo estoy contigo»; «Yo te envío», y nos enseña a pronunciar la palabra más entrañable: «Abba», que significa Padre. La clave está en escuchar…