Tres imperativos. 3º: ¡CAMINA!

Publicado el 29/04/2023
Agustinos


Texto: Miguel Ángel Sierra, OSA

¡Camina!

Tres palabras, tres imperativos nos van a ayudar o nos van a guiar la reflexión. Son tres términos que vienen resonando en nuestra vida, pero que hoy quieren ser una invitación muy personal a cada uno de nosotros:

Las tres palabras son: LEVÁNTATE, ESCUCHA Y CAMINA.

2ª  ¡CAMINA!

 

Caminar es un símbolo. Caminar es vivir y vivir es caminar. La vida es una peregrinación. Quedarse quietos, instalarse, es envejecer y enfermar. Todo el que se conforma y acomoda en un lugar, en unos conocimientos, en una espiritualidad, se bloquea y se ata a sí mismo. Pero el que camina; se viste con actitudes de búsqueda, de superación, de disponibilidad y de servicio.

Importa saber a dónde caminamos.    Desde la fe sabemos que Jesús es camino y meta. Pero podemos concretar: tres pasos.

  • Primer paso: Caminar hacia lo profundo de nosotros mismos.

    Un viaje a nuestro propio corazón. Tenemos todo un mundo que descubrir dentro de nosotros. Muchas veces vivimos en la superficie, muy extrovertidos. Corremos hacia fuera, muy deprisa, muy locamente, y nos alejamos de nosotros mismos. La invitación es a caminar hacia dentro.

    Este caminar es orar, con actitudes, más que con palabras. Si nos adentramos en nosotros mismos, encontraremos o nos acercaremos a nuestra verdad, a nuestros vacíos y nuestras grandezas, a nuestras capacidades y nuestras debilidades, a nuestras glorias y nuestras heridas, a nuestras esperanzas y nuestras insatisfacciones, al misterio de nuestra persona…          Y llegaremos a la fuente secreta que no deja de manar. Y nos acercaremos a una Presencia misteriosa que subyace en nuestra mayor intimidad, que nos envuelve y nos penetra. Esa Presencia es el mismo Dios que nos espera…

  • Segundo paso: Camina hacia el otro, hacia los otros.

    El otro puede estar lejos o puede estar cerca, pero no hablamos de proximidad geográfica, sino espiritual. La distancia no se mide por metros y kilómetros, sino por comprensión y empatía. Uno no está donde está, sino donde ama. Puedes estar muy cerca del amigo que vive en otro continente y muy lejos del que convive en tu misma casa. «Hoy es más fácil llegar a Marte que a nuestro semejante» (J. Saramago).

       Es muy iluminador lo que decía S. Vicente de Paúl: Caminar hacia el pobre es irse haciendo pobre, es llegar a descubrir en el pobre el rostro del Señor. Caminemos hacia el pobre con urgencia y prontitud, «como quien corre a apagar el fuego». Puede que muchos mueran si tú te retrasas.

  • Tercer paso: Caminar hacia el Otro. Dios.

    Nuestra meta última es el Padre. Pero no hace falta esperar a la pascua final. A Dios lo podemos ir encontrando de muchos modos a lo largo del camino: en los signos, en las huellas, en los pobres, en la Palabra, en la Eucaristía, en todos los sacramentos. El sacerdote y el levita de la parábola, creían que Dios estaba en el Templo, y resulta que estaba tirado en el camino. Dios siempre nos espera; no sólo eso, sino que nos atrae e incluso se adelanta y sale a nuestro encuentro.

Y por último: Encontrar a Dios es descanso…

    El encuentro con Dios nos llena de alegría y de fuerza, pero después Él nos envía. Primero nos saca de nuestras casas y casillas, después nos llena de su espíritu y nos envía. Muchos son los que nos están esperando. Tenemos que ofrecerles nuestras manos amistosas, nuestras sonrisas. Tenemos que liberarlos de sus miserias y esclavitudes. Tenemos que regalarles la buena noticia de nuestro amor. Esta es nuestra Misión, nuestra Tarea, nuestro FRUTO. Estamos llamados a dar FRUTOS DE ESPERANZA.