🎧 Audio Reflexión
TEXTO: P. Juan M. Paniagua M., OSA
MÚSICA: Claro de Luna (Beethoven) – Richard Clayderman
SAN JUAN DE SAHAGÚN
¡Buenos días!
Es todo un honor, un orgullo, y una gran satisfacción el poder despertarse en una mañana de este 12 de junio. Y es que poco a poco nos vamos a ir acostumbrando a que este día, caiga como caiga, siempre estará marcado en rojo en nuestros calendarios y siempre será una gran fiesta para nosotros los Agustinos de España y Portugal: SAN JUAN DE SAHAGÚN.
Pero, ¿por qué hemos decidido llamarnos eclesiásticamente con su nombre? Y la respuesta es bien sencilla y todos deberíamos sentirnos muy orgullosos de nuestro nombre, de nuestro santo patrono y protector como Agustinos en España y Portugal: él es quien ostenta el “número 1” en recibir la gracia de la santidad como reconocimiento oficial por parte de la Iglesia, el primer agustino español beatificado (1601).
Nacido en la ilustre villa de Sahagún (León), el año 1430, y tras pasar por la noble ciudad de Burgos, finalmente vamos a encontrar desplegada toda su grandeza y fama en la emblemática e histórica ciudad de Salamanca: allí, además de formar parte de la Orden de San Agustín, se convertirá en todo un icono para el pueblo con la multitud de milagros, pero sobre todo con ese espíritu de valiente pacificador, y con esas dotes de gran orador, a la hora de exponer la Palabra de Dios al pueblo… Y, hablando de predicación, quedémonos con este tenso, diálogo que tuvo lugar entre el indignado duque de Alba, presente en una función religiosa y nuestro protagonista de hoy, fray Juan de Sahagún, quien había pronunciado el sermón:
“¡Padre, no has sabido frenar tu lengua! Señor Duque, dígame para que he subido al púlpito, ¿para anunciar la verdad a cuantos me escuchan o para adularlos vergonzosamente?”.
Concluyamos este “buenos días” de hoy pidiendo a nuestro santo que al igual que en el siglo XV en su vida y posteriormente a su muerte, también ahora en pleno siglo XXI siga obrando los milagros que sean necesarios para tener un mundo y una sociedad en paz, con justicia y en perfecta hermandad. Amén.
¡Buenos días!