Recibimos lo que damos

Publicado el 31/08/2023
Agustinos

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Texto:  P. Santiago Alcalde Arriba, OSA
Música: Claro de luna (Beethoven) - Richard Clayderman

Recibimos lo que DAMOS

El sacristán y el pobre.

Muy buenos días.

Hay una ley que, aunque no está escrita, es como si fuera una ley natural; y se cumple infaliblemente: recibimos lo que damos y a veces aumentado. Das indiferencia, recibes desprecio. Das cariño, recibes amor. Das respeto, recibes aprecio. Das violencia, recibes guerra. Das justicia, recibes paz… Y esto, que a nivel humano se da, a nivel divino ocurre lo mismo. “Habrá un juicio sin misericordia para el que no practicó la misericordia” (St, 2,13) dice la Palabra de Dios.

La historia que te cuento no es real, pero ilustra muy bien lo que quiero que tengas en cuenta en tu vida, porque es importante.

Era una fría noche de invierno. Un pobre, aterido de frío, se refugió en la iglesia que estaba abierta. Cuando el sacristán fue a cerrar el templo, se encontró con el menesteroso que se había situado debajo de la escalera que llevaba al coro. Estaba a punto de mandarle salir fuera, a la calle, cuando algo por dentro le conmovió. “Ya sabes, le dijo, que aquí no puedes quedarte. No obstante, esta noche, puedes pasarla aquí”. El pobre le respondió: “No esperaba menos de la iglesia, al fin y al cabo, es la casa de Dios”. “Sí, es la casa de Dios, le contestó el sacristán, pero no es un centro para los “sintecho” como tú. Mañana tendrás que marcharte y buscarte otro alojamiento”.

Esa misma noche el sacristán sufrió un infarto y antes de que se diera cuenta estaba ante el Juez Supremo. Este, tomando la Biblia en sus manos, leyó: “En verdad os digo, que lo que hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt 25,40). Y continuó diciéndole: “Entonces ya sabes. El mismo trato que diste al pobre aterido de frío de esta noche, recibirás tú”. El sacristán, después de escuchar estas palabras, respiró aliviado, porque recordaba que en ese mismo texto se decía: “Fui peregrino y me hospedasteis”. Pero Dios, leyendo sus pensamientos, le dijo: “No te hagas ilusiones. Puedes pasar al cielo y quedarte esta noche, pero mañana tendrás que abandonar este lugar”. “En verdad os digo, que lo que hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt 25,40).

BUENOS DÍAS