Conocer bien el don recibido

Publicado el 21/08/2023
Agustinos

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Texto: Pablo Tirado, OSA
Música: Acoustucguitar

Ser grandes quiere decir servir

Como hiciera el pasado mes de julio evocando la JMJ de 2008 con el Papa Benedicto XVI, animando a nuestros jóvenes en la de 2023 y alentando nuestra compañía hacia ellos, ahora, en agosto, recién acabada una nueva edición de la JMJ, quiero evocar otra convocatoria y otro Papa, para que los frutos de esta vayan calando en nuestra sociedad.

Fueron los días 19 a 21 de agosto de 1989, durante el tercer viaje de San Juan Pablo II a España. En Santiago de Compostela, el Papa santo se dirigía a los jóvenes y a todos los fieles cristianos, alentando de otro modo lo que Francisco ha expresado hace algo más de 2 semanas.

“¿Por qué estáis aquí vosotros, jóvenes de los años noventa y del siglo veinte? ¿No sentís también dentro de vosotros «el espíritu de este mundo»? ¿No venís tal vez ―vuelvo a decirlo― para convenceros definitivamente de que «ser grandes» quiere decir «servir»?”. Juan Pablo II, con ese lenguaje claro habitual en él, nos recordaba la actitud de servicio radical.

Los jóvenes y adultos y niños y ancianos, vivimos en un contexto donde los criterios de la vida ordinaria son el poder, la fuerza y el dinero. Tal vez no los usemos con gran virulencia, pero seguro que reconocemos en nuestros actos, gestos como querer tener (o imponer) nuestra razón, el autoritarismo en ciertas decisiones en casa o el trabajo, creernos la cultura o religión dominante o verdadera, caer en caprichos materiales, la manipulación emocional, el rencor resentido…..todo, de alguna manera, aparte del reflejo de nuestra debilidad, son manifestaciones del poder sobre los que nos rodean.

En contra de esto, Jesús nos pide a cada uno de nosotros la total disponibilidad de seguir a Cristo, el cual «no vino a ser servido sino a servir».

El Papa Santo, alumbrando esta vocación de servicio, concluía la JMJ de 1989 con las palabras de San Pablo: «No os estiméis en más de lo que conviene, sino estimaos moderadamente, según la medida de la fe que Dios otorgó a cada uno» (Rm 12, 3). Y el Apóstol añade: «los dones que poseemos son diferentes» (Rm 12, 6).

“¡Sí! Es necesario conocer bien qué dones te ha concedido Dios en Cristo. Es menester conocer bien el don recibido, para saber darlo a los demás. Para contribuir al bien común.

Sí. Es necesario conocer bien el don recibido en la propia experiencia de vida familiar y parroquial, en la participación asociativa, en el florecimiento carismático de los movimientos, para saber darlo a los demás. Para ser testigos de Cristo en el barrio y en la escuela, en la universidad y en la fábrica, en los lugares de trabajo y de diversión... Para contribuir al bien común, como servidores de experiencias de crecimiento en humanidad; experiencias de dignidad y solidaridad, en las que los jóvenes sean auténticos protagonistas de formas de vida más humanas”.