Una joven de 48

Publicado el 02/10/2023
Agustinos


Texto:  Aurora Sanz
Música:  Acousticguitar

Ecos de la JMJ

Buenos días a todos:

Hace solo dos meses de la JMJ de Lisboa, aunque sumergidos ya (y a veces casi ahogados) por la vorágine de la rutina que nos absorbe desde hace unas cuantas semanas, parece mucho más.

Ahora viéndolo con la perspectiva del paso del tiempo y una vez interiorizada la euforia del momento, considero que sin duda ha sido uno de los momentos más relevantes para mí hasta ahora. Una experiencia vital que tuve la suerte de vivir y compartir con mi marido y con mis dos hijos (los verdaderos jóvenes según el DNI). Por diversos motivos nos perdimos la JMJ de Madrid, pero en esta ocasión, no íbamos a faltar a la cita.

Soy una enamorada de Portugal y cuando supe que el Santo Padre iba a estar en Lisboa en pleno verano, dije que no me lo iba a perder. Según se acercaba la fecha me entraron las dudas: el calor húmedo de Lisboa, la aglomeración de cientos de miles de personas y las recomendaciones de las personas locales que aconsejaban salir de la ciudad durante esos días. Pero una semana antes, hablando con unos buenos amigos que nos contaban que se habían registrado con una de sus hijas, nos liamos la manta a la cabeza y acabamos el registro del peregrino que habíamos dejado a medias, para ir juntos. Dios encuentra siempre su camino.

Entre más de un millón y medio de personas venidas desde todos los rincones del mundo, que se sumaban a la población de Lisboa y a los turistas despistados que estaban visitando la ciudad esos días, nos cruzamos sin haberlo planeado con el gran grupo de agustinos que habían venido desde España, en un lugar de tránsito en medio de Lisboa y de forma totalmente inesperada y yo casi diría que milagrosa. Otra alegría en el camino, sin duda.

Voy a centrarme en la tarde del sábado 5 de agosto, porque creo que fue un momento muy especial, y porque no quiero que esta pequeña narración se haga demasiado larga. Después de una peregrinación en toda regla, como parte de una masa ingente de personas a través de una autopista cortada, llegamos al Campo de Gracia, donde iba a tener lugar la Vigilia. Antes un concierto de Hakuna, de los que “Sencillamente” me declaro muy fan, especialmente desde ese día. Aquella extensión de terreno, que albergaba a millón y medio de personas, que en su mayoría iba a dormir allí, se asemejaba a un campo de refugiados. La diferencia es que nosotros habíamos acudido a la Llamada, y no en la huida hacia una vida digna como desgraciadamente suele ser el caso. Nosotros teníamos un hogar al que volver y las incomodidades de esos momentos, eran efímeras y sabíamos lo que nos esperaba al acabar. Mucho que pensar. Pero eso no fue lo único sobre lo que reflexionar. Pensaba en las semejanzas con las muchedumbres que seguían a Jesús (por ejemplo, cuando hizo el milagro de los panes y los peces en medio de un terreno inhóspito). Y en cierta forma me sentía igual, con la necesidad de buscarLE y seguirLE a pesar de las incomodidades. Porque dos mil años después, el sucesor de San Pedro, sigue manteniendo vivo el Espíritu y la Fe y por supuesto su poder de convocatoria. La Vigilia en sí fue inolvidable. Adjunto el link aquí, porque tiene mucha miga. Es un texto para tener a mano y releer de vez en cuando, sin duda alguna: Discurso del Papa Francisco en la Vigilia (lisboa2023.org)

Me quedo para este resumen tan personal que comparto con todos vosotros con tres cosas: 1) el único momento en el que es lícito mirar a una persona de arriba abajo es para ayudar a levantarse 2) Solo hay una cosa gratis, el amor de Jesús. 3) el momento de la Adoración en el que hubo en medio de un millón y medio de personas un silencio absoluto de oración, en una noche preciosa de principios de agosto, bañados por la suave brisa de la desembocadura del río Tajo. Os aseguro que el término piel de gallina en ese momento adquirió para mí su verdadero significado y es un recuerdo que atesoraré toda la vida.

No quiero extenderme mucho más en mi experiencia, como una “joven” de 48 que acudió a la llamada del Santo Padre y por tanto de Jesús. Pero estoy feliz de ver que dos mil años después Él sigue tan presente entre nosotros, tan real, tan de actualidad y tan “influencer”.

Dentro de dos años hay una nueva cita en Roma. ¿Seguiré siendo joven con 50?

Muy buenos días y muy buena semana para todos.