La Vid - a

Publicado el 18/10/2023
Agustinos

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Texto:  Agustín Alcalde, OSA
Música: Acousticguitar

La Vid -a

En un encuentro de jóvenes de hace unos días que se reunió en el Monasterio de la Vid, uno de esos jóvenes recordó el uso de la palabra vid asociada con la vida en otro encuentro de ya hace algunos años y esa asociación les resultó un ejemplo edificante. Solo añadían la “a” a la palabra “vid”, como juego y mensaje; y la repetían una y otra vez porque sugería para ellos algo totalmente diferente: “la vid-a”.

Estamos en tiempo de vendimia.

Acompañé hace unos días a un grupo de amigos en la visita a una viña cercana en el momento de recoger la uva y llevarla a la bodega para transformarla en vino.

En mi “buenos días” de hoy aprovecho los dos acontecimientos: un encuentro de jóvenes y una visita a una bodega para hablar de la vid-a.

………..

En este lugar donde vivo,

en este ambiente donde me muevo,

en ésta, mi casa,

un monasterio,

solo se habla de la vid

asociado con la vid-a.

Sentimos retazos de muerte,

mejor, trallazos de violencia y horror

… de destrucción y dolor.

(La televisión nos los restrega, casi nos lo impone: Israel-Gaza…Gaza-Israel).

En ese lugar donde vivo,

al recoger la uva, al triturarla, incluso deshacerla,

percibimos que la vid-a es un milagro, sobre todo al mantenerla.

Veo a mi alrededor cómo el racimo pierde su unidad para transformarse, no se pierde… pare el líquido sabroso que es el vino.

Jesús, mi señor y hermano, utilizó este manjar del vino como símbolo de su propia vida: morir para vivir siempre, para quedar guardado, conservado, elaborado para los otros. La naturaleza sonríe siempre viendo lo que se disfruta del sabor del vino.

Cuando oímos demasiado a menudo que un joven se suicida, que deja la vida sin haber disfrutado plenamente de su crecimiento, desde lo más profundo de mí mismo, desde el calor del amor que le habría ayudado a respirar sin dolor, ser acariciado por la mano de una madre… me entristezco y me lamento, lloro de impotencia, pensando: Uno más ha perdido la vid-a, la esperanza, el futuro de la luz para siempre.

La vid que vemos en las viñas cercanas al monasterio, que forman desde su color verde-esperanza todo un fresco tapiz en las laderas de los montes que nos circundan y se extienden en hileras y llenan los campos, pienso en la Vid como símbolo y ámbito de paz y sosiego.

Va a comenzar el otoño y llega la cosecha, la sonrisa de los vinateros y labradores es tan grande y limpia como la de Santa María de La Vid; sin prisas, sin gritos, sin alardes o sufrimientos…

Surge aquí el otoño, previo al frío, para decirnos que nada se termina, todo empieza de nuevo, precisamente con el caer de las hojas, la transformación de un perderse en el casi nada, tan humano y, al mismo tiempo, tan divino por Él y con Él.

La vid-a sigue,

abre los ojos,

destapa tus oídos,

la vid-a está llamando a tu puerta,

de nuevo,

en paz.

¡Una vez más!

Desde mi ventana veo hoy amanecer: una leve luz difusa hecha de rojo y suave azul que va a ir creciendo y expandiéndose como la vid que volverá a nacer desde sus raíces, en la paz del surco del arado que entierra la tierra para repartirse y hacer que nazca de nuevo la vid-a.

¡Buenos días!