Texto:  P. Juan M. Paniagua M., OSA

Música: Claro de luna (Beethoven) - Richard Clayderman

SAN ANDRÉS...

... 3 semanas y días 3

¡Buenos días!

Ya lo dice el refrán: “por san Andrés, tres semanas y días tres”… una sencilla y entrañable fórmula más para recordarnos algo que ya sabemos: la proximidad de la Navidad.

Resulta paradójico que este gran misterio de salvación de nuestra cristiandad sea más rápida y fácilmente anunciado por el mundo comercial y por la sociedad, en general, que por la liturgia de la Iglesia y nuestras celebraciones en particular. Todo esto, en muchas ocasiones, hace que nos paralicemos en la expresión auténtica de nuestra fe y que nos dediquemos a criticar el mundo y la sociedad como uno de los enemigos del alma, según unas antiguas tradiciones en las que muchos hemos sido formados. Pero nada más lejos de esto: cuando abrimos algunas páginas del Evangelio nos podemos encontrar expresiones como estas: “Uno que haga un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. Quien no está contra nosotros, está a favor nuestro” (Mc 9, 39-40).

Apliquemos esta contundente y hermosa lección de Jesús a sus apóstoles, y que hoy sin ti, sin duda también nos dedicaría a todos nosotros los cristianos del siglo XXI: aprovechar el “tirón” mediático y atractivo que tienen las luces de la ciudad, los anuncios y la publicidad, los adornos de Navidad…

Así, por ejemplo, seamos nosotros quien con nuestra vida y con nuestras acciones, pongamos luz en medio del mundo y de la sociedad y enseñemos a esta que esa luz que brilla en calles y comercios es La Luz de un Dios que viene cargado de paz, de justicia y amor; y en los regalos y en los alimentos subrayemos también la auténtica dulzura y belleza que no está en un detalle exterior con un mero sabor, sino que parte del interior cuando se hace de corazón. Preparemos el gran regalo de la Navidad que es el mismísimo Dios hecho Niño y siendo para el mundo la Luz, la Paz y el Amor.

¡Buenos días!