Texto:  P. Juan M. Paniagua Miguélez, OSA

Música: El pequeño tamborilero - Gran orquesta de Raúl Aguirre

Santos Inocentes

¡Buenos días!

Un precioso día en el que tradicionalmente nos encontramos rodeados de bromas, tanto a nivel personal como a nivel social y comunicativo. Pero nada más lejos de la realidad que la fiesta litúrgica que hoy nos recuerda la Iglesia: un montón de niñas y niños por el mero hecho o por el extraordinario hecho de nacer en fecha próxima a la del Niño Jesús reciben este cruel tormento y entregan su vida a Dios.

Este extraordinario hecho que se nos narra en el Evangelio de San Mateo, y que la tradición se ha encargado de perpetuar, nos debe recordar que no podemos perder la esperanza ante tantos momentos en los que vivimos entre espinas y desiertos como nos recordaba el Papa Francisco en el segundo año de su pontificado: «Muy a menudo parece que las semillas del bien y de la esperanza que intentamos sembrar quedan sofocadas por la maleza del egoísmo, por la hostilidad y la injusticia, no solo a nuestro alrededor, sino también en nuestros propios corazones. Parece como si Dios hubiera sido eliminado de este mundo. Es como si un desierto espiritual se estuviera propagando por todas partes. Afecta también a los jóvenes robándoles la esperanza y, en muchos casos, incluso la vida misma. No obstante, este es el mundo al que vosotros estáis llamados a ir y dar testimonio del Evangelio de la esperanza, el Evangelio de Jesucristo, y la promesa de su Reino». (Discurso, 15 de agosto de 2014)

Por todo esto, pidamos hoy al Niño Dios del cielo, que en este final de año desaparezcan todas las barbaries, toda la guerra y toda la violencia, en las que por desgracia siguen muriendo muchos inocentes, niños y no tan niños.  Por la paz en el mundo, y con la intercesión de los Santos Inocentes, roguemos al Señor.

¡Buenos días!