No huir de las sombras

Publicado el 09/01/2024
Agustinos


Texto:  Santiago Alcalde, OSA
Música:  Acousticguitar

Cristo acepta todas nuestras sombras

Quien se adentra en uno mismo, poco a poco comienza a conocerse mejor. Lo malo es que, cuanto más se descubre, tanto peor se ve. Entonces suele surgir la tentación de no aceptarse como se es y huir de la realidad que no nos gusta.

Detener la huida, vencer la angustia, sobreponerse a la realidad solo es posible sacando a la luz lo que soy. Confrontarme con mis propias sombras y, antes que nada, empezar a asumirlas. Lo que yo rechazo o reprimo de mí, es parte también de mi persona. Si no asumo esas sombras, ellas amargarán mi vida haciéndome irascible, colérico, depresivo, insensible…

Cuentan que a un príncipe le gustaban los vestidos caros, los brazaletes de oro, los anillos lujosos. Adornado de esta manera, todos los días salía por la mañana, cuando le daba el sol de frente. Así, caminando en medio del pueblo, su figura aparecía radiante. Las gentes al verle que todo él centelleando le aclamaba. En cierta ocasión no pudo dar su paseo por la mañana y lo hizo cuando ya caía la tarde. Con el sol a su espalda, vio por primera vez su propia sombra y en un acceso de cólera, mandó ensillar su mejor caballo. Quería ir muy lejos, donde nadie le conociera. Él no podía reinar en un país sobre el que caía su sombra. Dejándose llevar por el pánico salió a galope del palacio para librarse de su propia sombra. Al cabo de algunos días, cuando todavía estaba huyendo, le fallaron las fuerzas y cayó muerto.

Muchas personas sienten pánico ante el lado oscuro de su vida. Su reacción suele ser huir de la realidad, que no aceptan, o encerrarse en sí mismas.

¿Qué podría haber hecho este príncipe para librarse del miedo a su propia sombra? Haberse colocado a la sombra de un gran árbol. Allí habría encontrado paz y hubiera visto que el árbol aceptaba su sombra y la anulaba.

Para un cristiano el árbol que acepta todas las sombras es Cristo. Si te colocas a su lado y le invocas, él te aceptará como eres y te transformará. Recuerda sus palabras: “Venid a mí los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré”.