Ponerse en presencia de Dios

Publicado el 12/02/2024
Agustinos


Texto:  José Joaquín Ojea
Música:  Bensoundcute

El valor de la oración también en el silencio

Buenos días,

En estos días en los que estamos a las puertas la cuaresma, en el que la Iglesia nos invita a hacer de este tiempo como un retiro espiritual, en el que la meditación y oración deben estar en la base para poder llegar renacidos a vivir el gran momento de la Pascua, de la Resurrección de Jesús, base y fundamento de nuestra fe.

Es en estos días, cuando me ha venido a la mente el texto que se leyó en mi 1ª comunión, el texto en el que Elías “entró en la gruta y pasó la noche. Entonces le fue dirigida la palabra del Señor. El Señor le dijo: «¿Qué haces aquí, Elías?». El respondió: «Me consumo de celo por el Señor, el Dios de los ejércitos, porque los israelitas abandonaron tu alianza, derribaron tus altares y mataron a tus profetas con la espada. He quedado yo solo y tratan de quitarme la vida».  El Señor le dijo: «Sal y quédate de pie en la montaña, delante del Señor». Y en ese momento el Señor pasaba. Sopló un viento huracanado que partía las montañas y resquebrajaba las rocas delante del Señor. Pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, hubo un terremoto. Pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del terremoto, se encendió un fuego. Pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego, se oyó el rumor de una brisa suave. Al oírla, Elías se cubrió el rostro con su manto, salió y se quedó de pie a la entrada de la gruta. Entonces le llegó una voz, que decía: «¿Qué haces aquí, Elías?»”

Para mí, este texto es como la Cuaresma, el estar en vela, de prepararse, de ponerse en presencia de Dios… en este camino podemos encontrarnos esos diferentes momentos… un huracán, un fuego que pueden despistarnos de ese momento de preparación… y llega la brisa, en la que nuestra oración encuentra eco, conexión…

Pero, también, puede que nuestra oración no encuentre más que silencio, pero esto no significa que no haya sido una oración, o que en ella no haya estado Dios, o que Dios no nos haya escuchado… Incluso Jesús sufrió el silencio de Dios en su oración…

Estos momentos de silencio los podemos ver en el huerto Getsemaní, cuando Jesús le pide al Padre que aparte ese cáliz, y también cuando, estando colgado en la cruz, Cristo exclama “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Podemos imaginar lo doloroso que tuvo que ser para Jesús en estos momentos tan tristes, donde parece que es cuando más necesita una respuesta de Dios, parece que Dios calla… Pero Jesús, a pesar de todo, tuvo en su corazón la voluntad de Dios, porque, en cada uno de esos momentos oró “no se haga mi voluntad sino la tuya” o en la cruz, “todo se ha cumplido”

¿Has vivido esos momentos de huracán o fuego que te han despistado de tu oración? ¿Y has vivido la oración como una brisa? ¿Y el silencio de Dios? Reflexiona sobre cómo te has sentido en cada momento…

Y recuerda también que los sentimientos de abandono o el silencio no significan que Dios te haya abandonado. Todo lo contrario, son momentos en que Dios los sostiene y los santifica a través de ese silencio.