¡La Luz!

Publicado el 07/05/2024
Agustinos


Texto: Agustín Alcalde, OSA
Música:  Amazingrace

La luz desde el universo y la luz de Cristo

 

No quiero comenzar estos “buenos días” con el tema del gasto/pago de la luz y sus oscilaciones tal vez políticas o simplemente sociales. Lo de hoy es algo más complejo o inmenso resumido en dos afirmaciones: La luz desde el universo y la Luz de Cristo.

La luz desde el universo me lo plantea Alfredo L.P. con su foto que aparece en esta reflexión; así me explica lo que en ella aparece:

 “Rho Ofinco. Muy cercana al centro de la galaxia. Entre las constelaciones de Ofinco y Escorpio. Se observan nebulosas de oxígeno, de hidrógeno Alfa y un par de cúmulos globulares importantes. Aparte de la estrella más brillante de escorpio. Antares. Fotografía realizada el pasado verano 6 horas de exposición y un focal de 400 mm.”

Es la luz de las galaxias, del universo, que desborda casi siempre la reflexión más simple de un mirar al cielo una noche estrellada. A años luz de distancia ahí sigue real totalmente presente.

Pero hay “otra Luz”, la de Cristo, que se me presenta al leer al Cardenal Eduardo F. Pirono (1920-1998) beatificado en 2023 en Luján (Argentina). La Editorial de la B.A.C en 1980 edita uno de sus libros: “Queremos ver a Jesús”, que presenta un retiro en el Vaticano en 1974. En la meditación XI titulada “La Iglesia, luz de los pueblos”, páginas 141-156, desarrolla el tema de “la luz”, un tema bellísimo y central en la Biblia. Dijo Dios al comienzo: -“Haya la luz”  y hubo luz. Y concluye la Biblia en el texto del Apocalipsis: 22,5: -“Ya no hay noche; no habrá necesidad de luz de lámpara, ni luz de sol porque el Señor Dios los alumbrará”.

La historia de la salvación es una historia de luz. Y esta historia de Luz nos viene de María, cuando nace Jesús en Belén de Judá. Jesús no solo nos tae la Luz, Él mismo es la Luz de la vida. Jesús conecta, así pues, el tema de la vida con el de la luz. “Yo soy la luz del mundo” nos dice Jesús en Juan 8,12. Por eso las palabras de Cristo son Luz y por su Palabra nosotros somos luz en el Él. Los cristianos, en resumen, somos llamados a seguir a Cristo la “luz verdadera”. Tan verdadera como la luz sideral.

Todo esto dicho sobre Jesús y espigado de la meditación XI dirigida en ese Retiro que se dio  en la presencia del ahora San Pablo VI, por encargo de él mismo, nos trae una “iluminación” para la vida de todo creyente, que es llamado “hijo de la Luz” a la que llegaremos por la fe, la oración y el servicio.

Soy consciente que no estoy diciendo nada que no hayamos escuchado ya muchísimas veces en homilías o Ejercicios Espirituales o simples comentarios. Pero me ha parecido bien repetirlo aquí en estos “buenos días”.

Pero tanto “la luz” de las galaxias como esta segunda “Luz” tan real como la primera, tan alejadas, a veces, de la consideración de los hombres, no solo físicamente, ya que no es encender un interruptor o iluminar una sala o abrir la ventana de nuestra habitación al amanecer. Esta otra “Luz de Cristo” es tan real como la anterior de las galaxias aunque sea conseguida desde la fe, la oración y el servicio, que millones de personas tienen y sienten en su vida.

Y con todo lo dicho se nos recuerda que la mentira, el odio, la injusticia, ignoran y apagan esta segunda Luz. Pero esto no debe desanimarnos sino casi obligarnos a ser testigos de que Dios es LUZ.

¡Qué hermoso pudiera ser vivir este renacer como seres humanos!  sin estar en la luna o las galaxias; qué aleccionador que viviéramos de esta fuente de “luz” y dignidad tan humana… como tan inhumano es el olvido de nuestra grandeza casi celestial para muchos, tristemente, perdida y tal vez despreciada por otros.

¡BUENOS DÍAS!