Puertas abiertas

Publicado el 20/05/2024
Agustinos


Texto: Pablo Tirado, OSA
Música:  Acousticguitar

Superar noches y miedos

Los que estamos metidos en educación, así como se da en otros ámbitos, estamos acostumbrados a las necesarias jornadas de puertas abiertas, para darnos a conocer, visibilizar qué somos y hacemos, de modo que consigamos una mejor promoción de nuestras propuestas evangelizadoras y educativas. Hoy comienza el tiempo ordinario tras el largo núcleo de Cuaresma-Pascua. Y ayer, el Evangelio, nos recordaba la imagen de la comunidad de creyentes original: con las puertas cerradas.

Desde nuestros orígenes hasta ahora, los cristianos nos vemos siempre bajo la tentación de crear y ser comunidades con las puertas cerradas. La circunstancia de la noche y el miedo que leíamos ayer, son la metáfora de las tantas dificultades y obstáculos que bien nos encontramos o bien nosotros mismos creamos.

Como comunidad creyente tenemos que estar siempre revisando la superación de estas noches y miedos para, por lo tanto, no vivir con las puertas cerradas al exterior. Si como comunidad no captamos los problemas que hay fuera, se obstaculiza el encuentro con el prójimo, no escuchamos y sentimos el dolor y sufrimiento de los que nos rodean, quiere decir que hemos caído en ese vicio de repetir rutinas religiosas en nuestros recintos cristianos seguros, pero vivimos con las puertas cerradas al resto de la comunidad creyente y, por supuesto, con mayor intensidad, a la comunidad civil de la que formamos parte y somos responsables.

Y miedos en nuestra sociedad hay muchos: a lo nuevo, dentro de la propia Iglesia, a cambiar instituciones, renovar lenguajes, aceptar mayores responsabilidades de laicos; miedos a la falta de trabajo, la pobreza, la vejez, la enfermedad, la soledad, el sufrimiento, el fracaso, el desamor; nos angustian las carencias, los límites humanos, el sinsentido, el atisbo de la muerte.

Jesús nos quiere siempre en jornada permanente de puertas abiertas, pero la principal puerta que debe estar abierta tiene que ser la de nuestro corazón para escucharle siempre a Él y recibir su Espíritu. Los miedos y dificultades no desaparecerán nunca por mucha fe que depositemos en Él, pero sí que nos situará para afrontarlos con una actitud especial: la Alegría, que no tiene nada que ver con un simple estado emocional.

Esto es lo que quiero transmitiros en este reinicio de tiempo ordinario: puertas abiertas y alegría.