Conocer la verdad de uno mismo

Publicado el 06/06/2024
Agustinos

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Texto: P.  Santiago Alcalde Arriba, OSA

Música: Amazing Grace - Kesia 

CONOCER LA VERDAD DE UNO MISMO

¡Buenos días!

Muchos son los que afirman que una persona no es feliz porque pide y desea más de aquello que se le puede dar. ¿Qué diríamos a un manzano que, en vez de dar manzanas, deseara dar ciruelas? ¿Qué diríamos de un río que, en vez de llevar sus aguas hacia abajo, se empeñara en llevarlas hacia arriba? Les llamaríamos ignorantes e insensatos, porque dejando lo que es propio suyo, quieren hacer lo imposible. Una persona es sabia no porque estudie y sepa más que los demás; sino porque conoce sus límites, sabe hasta dónde llega su entendimiento y cómo sacar de él el mayor rendimiento.

Para Sócrates y Platón, el error más grave que puede cometer un ser humano es pensar que posee la verdad cuando en realidad está muy lejos de ella. ¿Por qué es tan grave equivocarse en esto? Porque sólo podemos entrar en el camino de la verdad si reconocemos que aún no la hemos encontrado. Quien cree conocer lo que no conoce, tiene la mente y el corazón incapacitados para aprender. No percibe que le falta algo y no está en disposición de ir a buscarlo.

Hay quienes piensan: “Yo tengo razón… Yo sé cómo están las cosas… No necesito que nadie me enseñe, porque yo conozco a fondo este tema”. Han cerrado las puertas a cualquier comunicación constructiva. Si alguien intenta ayudarles a ver otras perspectivas, a descubrir que tienen errores más o menos graves, encontrará seguramente un muro impenetrable y una respuesta tajante: “La verdad es una y la tengo yo”.

En casos como éste, podemos pensar que estamos ante un error “invencible”. Que no hay caminos para ayudar a esa persona. Los Sócrates y Platones de ayer y los de hoy, con toda su habilidad en las discusiones, no podrían hacer nada ante el más grave error: creer saber sin saber.

         Hay unos versos de un poema que dicen:

El que no sabe

y no sabe que no sabe

es tonto. Huye de él.

El que no sabe

y sabe que no sabe

es humilde, Instrúyele.

El que sabe

y no sabe que sabe

está dormido. Despiértale.

El que sabe

y sabe que sabe

es un maestro. Síguele.

 

¡BUENOS DÍAS!