Proyección de miedos

Publicado el 11/06/2024
Agustinos


Texto: Santiago Alcalde, OSA
Música:  Acousticguitar

Verdad y apariencias

Pablo Neruda en una ocasión se expresaba así: “Aprende a nacer desde el dolor y a ser más grande que el más grande de los obstáculos. Mírate en el espejo de ti mismo y serás libre y fuerte y dejarás de ser un títere de las circunstancias porque tú mismo eres tu destino. Tú eres parte de la fuerza de tu vida, por eso despierta, lucha, camina, decídete y triunfarás en la vida. Nunca pienses en la suerte, porque la suerte es el pretexto de los fracasados”.

            Hasán era un hombre rico y poderoso, pero un día abandonó su fortuna y su rango para estudiar con el maestro Abdul Efendi. El maestro decidió darle, cuanto antes, una pequeña lección. De este modo le llamó y le dijo: “Ve al mercado y trae diez kilos de entrañas de cordero sobre tus espaldas”. Hasán lo hizo, pero su ropa quedó manchada con las emanaciones de la carga. Además, así tuvo que cruzar toda la ciudad, sabiendo que muchos le estarían viendo. Él era una persona muy conocida y le dio vergüenza al mirar y verse mirado por todos.

Cuando llegó, el maestro le ordenó que, sin cambiarse de ropa, fuera, a pedir prestado un caldero grande para hacer una sopa con todas las entrañas que había traído. Otra vez tuvo que atravesar la ciudad con la misma vergüenza de antes. Sólo cuando regresó, el maestro le permitió lavarse y ponerse ropa limpia. Luego le dijo: “Regresa ahora por el mismo camino que has recorrido dos veces y pregunta a los transeúntes si han visto a un hombre cargado con entrañas de cordero o con un caldero.”

            Él hizo lo mandado. Luego le contó al maestro que nadie, de los muchos que había preguntado, se había fijado en tal hombre ni lo habían reconocido. Abdul Efendi entonces le dijo: “Ya ves, nadie te ha visto, nadie te ha reconocido. Es decir, te han visto sin verte. Eras tú quien proyectabas tu mirada sobre los demás. Aprende a ser lo que eres, a no proyectar tus miedos en lo que haces y a saberte reír alegremente de la vida”.

            Este es un buen consejo para todos que, con frecuencia, nos importan más las apariencias que la verdad de lo que uno es y hace.