Silencios de Dios

Publicado el 29/08/2024
Agustinos


Texto: P.  Santiago Alcalde Arriba, OSA

Música: Amazing Grace - Kesia 

Entender los silencios de Dios

¡Buenos días!

A veces tenemos la idea equivocada de que Dios es un padre “superprotector” y, en consecuencia, nosotros tenemos con él una dependencia malsana. Queremos que Dios nos lo haga todo, sin utilizar la libertad y los dones que nos ha dado para vivir y salir de cualquier problema.

Una noche, durante una tormenta, la mamá estaba acostando a Helen, su hija de tres años. Estaba a punto de apagar la luz cuando la niña le preguntó con voz temblorosa: “Mami, ¿te puedes quedar conmigo toda la noche? Tengo miedo”. La madre le dio un abrazo cálido y tranquilizador y le dijo tiernamente: “No puedo, cariño. Tengo que ir a dormir al cuarto con papá”. Helen pareció conformarse con la respuesta, pero antes de que su madre cerrara la puerta comentó: “¡No es justo! Vas con el cobarde grande”.

Más allá de la anécdota humorística de esta niña, pensemos en su reacción. Su temerosa súplica era lógica y comprensible. Sin embargo, su madre quería que su hija aprendiera a confiar en sí misma, incluso cuando tenía miedo y no estaba a su lado. La madre, porque la amaba, no quería que su hija creara una dependencia malsana que la impidiera afrontar cualquier peligro o dificultad. La hija no la entendió porque no podía ver más allá de sus temores.

Dios con nosotros actúa de manera parecida a esta madre. Muchas veces le pedimos algo concreto y con mucha insistencia; pero él parece decirnos: “No, no lo voy a hacer y además por tu bien”. Nuestra actitud, en vez de aceptar con fe su decisión, la interpretamos mal. No queremos vivir en medio de periodos de dificultad, de soledad, de oscuridad que nos hacen crecer. No confiamos en su palabra que nos dice: “Yo te daré fuerzas y te ayudaré; Pues yo te sostengo de tu mano derecha; yo, el Señor tu Dios. Y te digo: No tengas miedo, aquí estoy para ayudarte.” (Isaías 41, 10.13).

Juan Bautista, cuyo martirio hoy recordamos, fue hombre fuerte ante los poderosos y humilde ante Dios. Por eso aceptará su muerte como algo previsto por Dios, después de haber preparado el camino al Señor.

¡BUENOS DÍAS!