Texto: Clara de mingo
Música: Acousticguitar
Nuevos matrimonios
Lejos de tratar de hacer un discurso más propio de canales como “Real Madrid TV” para promocionar la prometedora temporada que le espera al club merengue, solo necesitaré unas pocas líneas para explicar el sentido del título de este Buenos días. Pero paciencia, queridos amigos.
Tras un corto podríamos decir, pero intenso verano, afrontamos un nuevo curso con mucha ilusión, cambios en nuestras comunidades, aire fresco y caras nuevas con las que disfrutar y de las que aprender. Del verano, poco más queda que los recuerdos y las fotos con las que inmortalizamos viajes, risas y tiempo invertido con nuestras familias y amigos.
En mi caso, se podría resumir en un par de escapadas, al encuentro internacional de laicos en Roma, un pequeño viaje familiar y días de trabajo. Sin embargo, el evento más destacado, bueno, eventos, han sido las 5 bodas a las que hemos podido asistir este verano. Sí, nada más y nada menos que 5 bodas.
Es un hecho que el número de celebraciones del matrimonio sigue descendiendo, y las parejas cada vez se casan a una edad más avanzada. Es más, ya hay estudios en Reino Unido, bastante dramáticos por cierto, que indican que los matrimonios prácticamente desaparecerán en 2062. Entre las principales causas están el miedo al compromiso, a contraer obligaciones para con el otro, por miedo a perder una parte de la libertad o tener que sacrificar algunas cosas de la propia vida por el otro.
Sin embargo, frente a este horizonte que pintan tan negro, aparecen rayos de luz que nos dan cierta esperanza. Cuando estas parejas nos fueron avisando de los planes de boda, nos comentaba el párroco que habían supuesto un cambio, un aumento exponencial de los matrimonios que se celebraban en nuestra parroquia. Parejas jóvenes, catecúmenos en su momento y ahora catequistas de la parroquia, abiertos y dispuestos a entregarse sin miedo al mayor de los carismas.
Por si a alguien se le ha olvidado, hoy San Pablo se encarga de recordárnoslo, como hizo en su día con los Corintios:
Hermanos:
Ambicionad los carismas mayores. Y aún os voy a mostrar un camino más excelente.
Si hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, no sería más que un metal que resuena o un címbalo que aturde.
Si tuviera el don de profecía y conociera todos los secretos y todo el saber; si tuviera fe como para mover montañas, pero no tengo amor, no sería nada.
Si repartiera todos mis bienes entre los necesitados; si entregara mi cuerpo a las llamas, pero no tengo amor, de nada me serviría.
El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.
Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor no pasa nunca.
Las profecías, por el contrario, se acabarán; las lenguas cesarán; el conocimiento se acabará.
Porque conocemos imperfectamente e imperfectamente profetizamos; mas, cuando venga lo perfecto, lo imperfecto se acabará.
Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre, acabé con las cosas de niño.
Ahora vemos como en un espejo, confusamente; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es ahora limitado; entonces conoceré como he sido conocido por Dios.
En una palabra, quedan estas tres: la fe, la esperanza y el amor. La más grande es el amor.
Es decir, el amor… y nada más.