Texto: P. Miguel A. Herrero Gómez, OSA
Música: Amazing Grace - Kesia
GENEROSIDAD
Buenos días.
Octubre es el mes de las misiones y por extensión de los misioneros. En tres días celebraremos el DOMUND, día en que, de un modo especial, la Iglesia universal reza por los misioneros y colabora con las misiones a través de esa gran colecta destinada a ayudar a cientos de lugares de misión en todos los rincones del mundo.
El año pasado se recaudó en España un total de 12,4 millones de euros; mucho, ¿no? Ahora bien, si dividimos esos 12,4 millones entre los 46 millones de habitantes de España, podemos decir que cada español o habitante en suelo español, colaboró (es la media que sale) con 0,26 céntimos de euro… la cosa cambia, quizá los españoles no fuimos tan generosos, quizá nosotros no fuimos nada generosos…
Y sé que no se trata solo de hablar de dinero, porque en muchos casos quizá pasa como con la viuda del Evangelio, que “su poco era mucho” … pero sí me hace reflexionar sobre la generosidad.
Generosidad: virtud o “cualidad que se caracteriza por la disposición a hacer el bien y ayudar a los demás de manera honesta sin esperar nada a cambio que caracteriza a la persona que da, comparte y actúa con buen ánimo por el bien común”, reza una definición que me he encontrado en la red de redes… y es que la generosidad no solo se refiere a dar bienes materiales, sino también a ofrecer tiempo, atención, amor y comprensión a los demás.
A tres días del DOMUND no quiero ni puedo separar la generosidad de la fe.
Y la fe nos enseña que Dios es generoso con nosotros, dándonos vida, amor y gracia. Al ser generosos, reflejamos ese amor divino hacia los demás.
La generosidad puede transformar comunidades. Cuando compartimos nuestros recursos y tiempo, ayudamos a construir un entorno de apoyo y solidaridad, donde todos pueden prosperar.
Ser generosos es una forma poderosa de testimoniar nuestra fe. Las acciones hablan más fuerte que las palabras, y al ser generosos, mostramos el amor y la compasión que son centrales en nuestro credo religioso…
También creo que la generosidad nos beneficia a nosotros mismos en buena medida. Nos ayuda a crecer espiritualmente, a desarrollar empatía y a encontrar un propósito más profundo en nuestras vidas.
Al ser generosos, inspiramos a otros a hacer lo mismo. La generosidad puede ser contagiosa y puede motivar a otros a actuar con bondad y compasión.
Termino con una frase, no sé quién es su autor: “La fe y la generosidad son dos caras de la misma moneda: ambas enriquecen el alma.”
¡Buenos días!