Texto: Maximiliano L. García Pelayo
Música: Amazing grace (bendito amor) - Kesia
Si la sal se vuelve sosa...
Muy buenos días, nos levantamos terminando el mes febrero y teniendo presente el lema que hemos tenido este mes los agustinos, “Servidores de esperanza”. Sabiendo que se acerca la Cuaresma y releyendo las lecturas de hoy, os hago partícipes de mi pequeña reflexión de este mes.
En el Evangelio de hoy, Jesús nos recuerda que incluso un pequeño gesto de amor tiene un gran valor: “El que os dé de beber un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa” (Mc 9, 41). Servir a los demás, incluso en lo más sencillo, es parte de nuestra identidad cristiana. No se trata de hacer grandes hazañas, sino de estar disponibles para ayudar, apoyar y acompañar.
Además, hoy se celebra el Día Internacional de las ONG, que nos muestran cómo el servicio a los más necesitados transforma vidas. Los que participan y colaboran en estas organizaciones, son personas que han entendido que “quien no vive para servir, no sirve para vivir” como decía Santa Teresa de Calcuta. Ellos encarnan el lema: “Servidores de la esperanza” al que todos deberíamos estar adheridos.
Pero Jesús también nos advierte: “Si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salaréis?” (Mc 9, 50). Es decir, si perdemos nuestro sentido de servicio y entrega, ¿qué nos diferencia como cristianos al resto de personas? Es bueno comprometernos y colaborar en las actividades solidarias que se proponen, pero no olvidemos hacerlo desde el Amor de Cristo. Pues Jesús nos invita a servir y a dar esperanza, a dar sabor al mundo con gestos de justicia y solidaridad.
Pidamos hoy que el Señor no ayude a vivir con autenticidad nuestra vida de fe, a ser generosos en el servicio y de no perder nunca la alegría de dar.
Oración:
Señor,
Tú nos enseñas que cada pequeño gesto de amor cuenta.
Que no nos cansemos de servir,
que tendamos la mano, que acompañemos,
que demos esperanza a quien más lo necesita.
Haznos servidores de la esperanza,
con un corazón dispuesto y generoso.
Que nuestra vida tenga el sabor del Evangelio,
y que nunca perdamos la alegría de entregarnos a los demás.
Amén.
Buenos días.