Texto: P. Miguel Á. Herrero Gómez, OSA
Música: Amazing grace (bendito amor) - Kesia
BUEN SAMARITANO
Buenos días.
Hoy, 13 de marzo, se celebra en Estados Unidos el Día del Buen Samaritano. No lo sabía, quizá porque no es una fecha significativa ni, que yo sepa, celebrada en nuestra cultura. Pero me ha parecido que la causa que llevó a nombrar este día como “el Día del Buen Samaritano” sí puede y debe tener impacto en nuestra mente y conducta (corazón).
Esta fecha se eligió en honor a Catherine "Kitty" Genovese, una joven neoyorquina de 28 años que, el 13 de marzo de 1964, fue brutalmente asesinada cerca de su casa. Su asesinato se volvió tristemente famoso debido a la supuesta indiferencia de los testigos. A pesar de que más de 30 personas escucharon sus gritos, nadie intervino para ayudarla.
Ya sé que la historia no es bonita ni edificante, pero es un recordatorio de la importancia de la intervención y la ayuda en situaciones de emergencia. Una prueba evidente más de que la deshumanizadora indiferencia, egoísta e insensible, nos separa de los demás e impide ver y sentir su rostro hermano.
Al iniciar nuestra jornada, quiero llamar la atención sobre la importancia de la bondad y la ayuda desinteresada. La historia de Kitty Genovese nos recuerda que, en momentos de necesidad, nuestra acción o inacción puede tener un impacto profundo en la vida de los demás.
Y es que la bondad, tantas veces menospreciada o incluso vista como una debilidad en nuestra sociedad, y la ayuda desinteresada, también escasa y poco común, son pilares fundamentales para construir una sociedad más justa y armoniosa y, sin duda, más humana y humanizadora. Cuando actuamos con bondad, no solo mejoramos la vida de quienes nos rodean, sino que también cultivamos un entorno de confianza y respeto mutuo, de empatía y fraternidad; por su parte, la ayuda desinteresada es un acto de generosidad que trasciende el interés personal y se enfoca en el bienestar de los demás. Escuchemos el pasaje:
“Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo, un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, pasó cerca de él, y viéndole, fue movido por la misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino, y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó a la posada, y cuidó de él. Al día siguiente al partir, sacó dos denarios, y los dio al posadero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese.
¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.” (Lc 10, 30-37)
La parábola en labios de Jesús nos enseña que la verdadera compasión, la bondad, no conoce fronteras ni prejuicios. Nos invita a detenernos y ayudar a quienes lo necesitan, sin importar su origen o condición. Es una llamada a ser más atentos, solidarios y a actuar con amor desinteresado hacia todos los que nos rodean, a convertirnos en prójimos de cuantos se cruzan en nuestro camino.
Hoy, te invito a que busques oportunidades para ser un buen samaritano en tu vida diaria. Que este día nos inspire a ser más atentos, generosos, solidarios, sensibles y empáticos. Que la bondad y la compasión guíen nuestros pasos hoy y siempre.
Que tengas un día lleno de bendiciones. Ve, y haz tú lo mismo.
¡Buenos días!