Texto: Pablo Tirado, OSA
Música: Wak in the pasrk
La Palabra de Dios, decimos, configura nuestra vida. Todos sabemos de la dificultad que esto implica, comenzando, por el mero hecho de que a diario la leamos al menos, por no decir reflexionarla, meditarla o bien orarla. Pues bien, en este progresivo avance de la Cuaresma, confrontándome con los textos diarios y con otros de lectura aleatoria y personal, me vuelvo a cuestionar qué hacemos cada uno con el Evangelio de Jesús y la Palabra de Dios en general…y no es por caer en el pesimismo, sino en la sacudida positiva que el Señor quiere para nosotros.
Y, si hablo de la centralidad de la Palabra de Dios, quisiera que en estas líneas fuera la protagonista. Hay 3 prácticas de la tradición cuaresmal, vemos qué se nos dice de ellas.
En primer lugar, el miércoles de ceniza, Jesús nos dice vehementemente que los que dan limosna, los que rezan y los que ayunan, son “hipócritas”, si hacen esas presuntas bondades de forma que lo que pretenden es “llamar la atención” (Mt 6, 1-6. 16-18).
Téngase en cuenta que el término griego “hypokrités” designa literalmente al que es un “actor teatral”. De forma que los “hypokritai”, a los que se refiere Jesús, son personas que “no buscan el honor de Dios”, sino que en realidad lo que pretenden es lograr “su propio honor” (H. Giesen). De hecho, en nuestra tradición y sociedad cristiana, quien efectúa estas acciones es considerada como persona piadosa, generosa, austera.
El martes de la semana pasada, nos decía Jesús sobre la oración: “Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles…” (Mt 6, 7).
El viernes, sobre la aplicación de nuestro sentido de justicia: “Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mt 5, 20).
El sábado, sobre nuestra caridad: “Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen” (Mt 5, 43).
Y, el primer viernes de cuaresma, sobre el ayuno: “Esto dice el Señor Dios: «Grita a pleno pulmón, no te contengas, alza la voz como una trompeta, denuncia a mi pueblo sus delitos, a la casa de Jacob sus pecados. Consultan mi oráculo a diario, desean conocer mi voluntad. Como si fuera un pueblo que practica la justicia y no descuida el mandato de su Dios, me piden sentencias justas, quieren acercarse a Dios. "¿Para qué ayunar, si no haces caso; mortificarnos, si no te enteras?" En realidad, el día de ayuno hacéis vuestros negocios y apremiáis a vuestros servidores; ayunáis para querellas y litigios, y herís con furibundos puñetazos. No ayunéis de este modo, si queréis que se oiga vuestra voz en el cielo. (Is 58, 1-5)
Queridos hermanos en San Agustín, concluyo e invito a que cada uno personalice este camino hacia la Pascua: si Dios está en lo secreto, escucha lo secreto y se fija sólo en lo secreto, porque “se hizo como uno de tantos” (Flp 2, 7), “Palabra” que “se hizo carne” (Jn 1, 14), el “Dios kenótico”, vaciado de sí mismo (Flp 2, 5-7), esclavo de todos (Mt 20, 28), si es que todo esto es así, ¿no apunta a un “cristianismo laico” significativo en una “sociedad laica”?