La energía que no falla

Publicado el 26/05/2025
Agustinos


Texto:  Aurora Sanz
Música: Bensoundcute

Dios es la luz de nuestra vida

Buenos días,

Con este título pensaréis que el texto es parte de una campaña de marketing de una compañía eléctrica, pero nada más lejos de la realidad. Hace ya casi un mes que en España y Portugal sufrimos el mayor apagón de nuestra historia. Aún no sabemos muy bien el motivo, ni si se volverá a repetir o no, pero creo que merece la pena pararnos a reflexionar sobre cómo Dios se manifiesta en todo momento en nuestras vidas.

En un lunes más, cada uno en sus quehaceres, de repente perdimos la luz y el acceso a los teléfonos, fijos y móviles, agua, y por supuesto nada de internet ni redes sociales. Pero fue un buen momento para acercarnos a Dios ya que en estas ocasiones excepcionales surgen oportunidades únicas para conectar con lo verdaderamente importante.

Un primer motivo era rezar para que todos nuestros amigos y familiares con los que habíamos perdido la comunicación estuvieran bien y pudieran volver a casa sanos y salvos (¡algunos sin navegador o sin metro no sabían ni dónde tenían la mano derecha!).

Aparte de leer libros en papel (¿por qué no aprovechar para que esa lectura fuera el evangelio del día y meditarlo un rato?), hacer crucigramas o algo de costura, qué mejor oportunidad para hacer oración en silencio (y a la luz de una vela si fuera necesario). Al fin y al cabo, Dios es la luz de nuestra vida. Sin la distracción de pantallas ni ruido, el silencio del apagón puede volverse un espacio de espiritualidad único.

A falta de radio y de Spotify, también podemos poner banda sonora cantando solos o en familia. Una de Hakuna u otra más clásica, da igual. Ya se sabe que el que canta ora dos veces.

También es una oportunidad perfecta para hacer examen de conciencia y preparar la siguiente confesión. Tiempo para reflexionar sobre aquello en que nos hemos equivocado o aquello en lo que sí o sí tenemos que mejorar. 

No nos podemos olvidar de la gratitud. Precisamente en los momentos en que nos falta algo, somos conscientes de todo lo que tenemos y lo que damos por sentado. Somos inmensamente afortunados y por ello hay que dar gracias. Y también porque el amor de Dios está siempre ahí, con apagón o sin él.

Como cristianos que somos sabemos que nuestra fe se vive en comunidad. No hay mejor muestra del amor de Dios que el amor y el cuidado del prójimo. En momentos inusuales como estos, hay que estar pendientes más que nunca de los más frágiles (ancianos, personas sin recursos…) y que pueden tener más dificultades para encontrar soluciones a dificultades que se presentan en medio del caos.

Lo que está claro es que Dios no necesita electricidad ni teléfono para hablar al corazón. A veces, cuando se apagan todas las luces, se enciende la más importante: la que Él pone dentro de nosotros.

Seguro que si el apagón se repite estaremos todos más preparados esta vez, pero sobre todo podremos aprovechar la oportunidad para acercarnos más a Dios y ayudar a los más indefensos.