Texto: Santiasgo Alcalde, OSA
Música: Acousticguitar
Sed de más
En todos hay una sed de infinito más grande que nosotros mismos. A veces esto sólo lo sabemos expresar diciendo lo que nos gustaría ser, hacer o tener ahora o en el futuro. Nadie está contento con su suerte y, por lo bajo, piensa que puede ser más de lo que ahora es y que eso, una vez conseguido, le hará feliz.
Eduardo Galeano, en un libro titulado “Bocas del tiempo”, desarrolla pequeñas historias, que juntas hacen una gran historia, la de cada uno. Allí cuenta lo que ocurrió en una pequeña escuela de los cerros tucumanos de noroeste argentino.
“Si la maestra les pregunta qué quieren ser cuando sean grandes, ellas callan. Y después, hablando bajito, confiesan: ser más blanca, cantar en la tele, dormir hasta el mediodía, casarme con uno que no me pegue, casarme con uno que tenga auto, irme lejos y que nunca me encuentren.
Y ellos dicen: ser más blanco, ser campeón mundial de fútbol, ser el Hombre Araña y caminar por las paredes, asaltar un banco y no trabajar más, comprarme un restorán y comer siempre, irme lejos y que nunca me encuentren.
Los chicos no viven a gran distancia de la ciudad de Tucumán, pero ni de vista la conocen. Van a la escuela, a pie o a caballo, un día sí, dos no, salteado, porque se turnan con los hermanos en el uso del único delantal y el par de zapatillas. Y lo que más preguntan a la maestra es: cuándo viene el almuerzo”.
Sin duda que si estos niños hubieran visto cumplidos los sueños que tenían, al momento habrían tenido otros mayores; y luego otros más grandes hasta el final de sus vidas.
Esta es la historia de cada persona. Albergamos en nuestro interior deseos que, cuando se ven cumplidos, nos llevan a desear otros mayores que jamás saciarán nuestra sed de más. San Agustín esto lo razonaba así: “Nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”. Somos seres eternos y sólo Dios, el eterno e infinito, puede satisfacer nuestros deseos de plenitud.