Escuchadle

Publicado el 06/08/2025
Agustinos


Texto: Clara de Mingo
Música: Bensoundcute

Transfiguración

De sobra sabéis que me gusta documentarme bien antes de escribir este espacio, porque me gusta pensar que, incluso en verano, podemos ayudar a aquellos que nos leéis a reflexionar un poquito con Dios. Y más un día como hoy, en el que celebramos la transfiguración.

Sí, la Transfiguración de Jesús, ese concepto tan complicado de explicar a los catecúmenos más adultos, porque los pequeños lo entienden, literalmente para ellos es un cambio de forma, que Dios llama a su Hijo como lo que es. No necesitan más detalles, se quedan con lo esencial.

Desde que era pequeña siempre he ido a campamentos de verano, y cuando ya entré en la adolescencia, me sorprendió muchísimo un monitor que llevaba ya 15 años trabajando en el mismo campamento. El resto eran universitarios y recién graduados, pero mi amigo y los coordinadores no, ya eran adultos con sus responsabilidades y sus vidas más allá del campamento. Yo pensé que vivía en unas vacaciones eternas, pero al segundo año que coincidimos, me dijo que no, que él se reservaba sus 20 días de vacaciones para ir a los campamentos. En ese momento, me desconcertó completamente. ¿Una persona que se pide vacaciones para trabajar? Debe estar loco, pensé.

Después de tantos años trabajando con niños, como entrenadora, monitora y catequista, no puedo estar más de acuerdo con él. Es más, este año, en una de las charlas de bar, nos propusieron a un amigo y a mi participar en un pequeño taller de ciencias, y durante casi 2 meses, mi amigo y yo nos juntábamos una o dos veces por semana, hacíamos una gran lluvia de ideas, nos enviábamos videos de Instagram para buscar el experimento perfecto con el que dejar a los niños boquiabiertos. Recuerdo las tardes en mi casa probando los experimentos y poniendo todo a punto, preparando un plan sin fisuras. Llegó la hora del taller. Cogí un vaso de agua, le até una cuerda y empecé a girarlo para entretenerme mientras los niños merendaban. De repente, una loncha de salchichón cayó al suelo, mientras que el propietario del bocadillo no podía quitar los ojos de ese vaso con el agua mágica que no se caía al suelo. Y así uno a uno los niños empezaron a girarse y a pedir su turno para hacer el super experimento. No hizo falta más explicación. No hubo plan, no hubo experimentos, solo un vaso de agua y una cuerda. Todas aquellas cosas a las que los adultos damos mil millones de vueltas, ellos lo simplifican, van a la esencia, a lo que importa.

Jesús no se cansa de animarnos a ser como niños, sencillamente como niños. Sin más dudas, sin más preguntas, solo con un poquito de fe.

Y es que lo que nos cuenta el Evangelio de la Transfiguración de hoy nos invita exactamente a eso, a creer. Es una escena que podemos imaginárnosla sin problema. La Trinidad presente en un monte. Santo Tomás de Aquino lo describiría de la siguiente manera “en aquella voz que se escuchó estaba el Padre. “Este es mi Hijo, el Elegido. Escuchadlo”.  En aquel hombre que se veía de cuyo rostro resplandecía luz, estaba el Hijo. Y en aquella nube luminosa que los cubría, estaba el Espíritu Santo”.  

Pongamos un momento el contexto. Después de que Pedro reconociera en aquel hombre al Mesías, Jesús anuncia la Pasión, la muerte y resurrección del Hijo del Hombre. Claro, eso escandalizó a Pedro y en medio de esas dudas, Pedro, Juan y Santiago acompañan a Jesús como testigos de ese momento de intimidad.

De repente, aparecen de la nada Moisés y Elías, referencias del Antiguo Testamento, uno como máximo representante de la ley y el otro como uno de los profetas más importantes para Israel, y hablan con Jesús de su partida, de que estaba para cumplirse su tiempo en Jerusalén, le preparan para la Pasión.

Pero no lo anuncian como un momento triste, como algo que temer, sino que intentan transmitir que no hay resurrección sin cruz, que la cruz es la manera de glorificar al Padre.

Señor, hoy te pedimos que te veamos en esa revelación de la Trinidad. Que nos volvamos como niños para ver que somos libres gracias a tu Pasión y Resurrección por nosotros. Que en vacaciones también nos demos a los demás, y seamos reflejo de tu vida en este mundo. Amén.