Una Madre no se cansa de escuchar

Publicado el 06/10/2025
Agustinos


Texto: Quique Infante
Música: Ave María

Rezar el rosario

Octubre ha llegado oliendo a otoño. Hemos recuperado la rebequita y los platos de cuchara. Nos echamos por lo alto el edredón y empezamos a oír crujir algunas hojas bajo nuestros pasos. Y como cada mes de octubre, nos llega la invitación de la Iglesia a mirar a María con especial ternura: porque octubre es el mes del Rosario. Esta oración tan sencilla y a la vez tan profunda ha sido, desde hace siglos, un verdadero regalo de una Madre para sus hijos; y un regalo que los hijos podemos devolver cada día a nuestra Madre.

El Rosario nació del corazón de María, que quiso entregarlo a Santo Domingo como un camino fácil y seguro para llegar a su querido Hijo Jesús. Desde entonces, generaciones enteras lo han rezado con amor: campesinos, papas, familias enteras reunidas en torno a él. Hacer del Rosario una costumbre diaria no significa añadir un peso a la rutina, sino encontrar un momento de amor con nuestra Madre, un pequeño refugio en medio de la tormenta del día a día, un momento de paz en la vorágine, una luz encendida cuando el corazón se queda a oscuras.

Cada una de las Avemarías es decirle: “Madre, te quiero, acompáñame siempre”. Y como toda madre, ella nunca se cansa de escucharlo. Al contrario, se alegra con cada oración, sonríe cada vez que nos acercamos a Ella porque su único deseo es llevarnos de la mano más cerca de su Hijo Jesús.

Puede rezarse en familia, en soledad, en el coche, en un paseo, con el iPhone, incluso un trocito solo… lo importante es dejar que María esté presente en nuestro día a día y el Rosario se convierte así en un arma de oración masiva.

Aprovecha octubre. Es la oportunidad perfecta: abre el cajón, busca tu Rosario, vuelve a tomar las cuentas entre tus dedos y déjate guiar por la Virgen; confíale tu vida entera: lo que te preocupa, lo que te inquieta, lo que te alegra… tu Madre está deseando escucharte cada día y nunca se cansará de hacerlo.