Hola, qué tal, cómo estás.
Ya se ha pasado la primera quincena del mes de julio. Algunos habrán concluido una parte de sus vacaciones y otros las habrán comenzado.
Este tiempo de vacaciones de verano lo pensamos todos como un espacio para el descanso, la alegría, la evasión. Pero, para los acontecimientos que nos producen dolor y tristeza, no hay tiempo de verano, no hay vacaciones.
Ahí tenemos los accidentes de tráfico, los incendios, los golpes de calor, el covi, todos ellos nos traen dolor, tristeza, sufrimiento y muerte.
Son momentos para estar al lado de nuestros familiares, amigos, compañeros de trabajo y que nos sientan cerca de ellos. Para esto no hay vacaciones.
San Agustín nos trae a cuenta de esto, un pequeño texto que hemos titulado “Haz que los amigos nos ayuden”. Dice así:
“Cuando estemos atormentados por la pobreza, entristecidos por el luto, por la enfermedad o el dolor, haz que los verdaderos amigos nos hagan una visita. Haz que sean personas que alegren, pero también que sepan llorar con los que lloran. Haz que sean capaces de dar consejos útiles y de hacernos expresar nuestros sentimientos”.
(Cartas 130, 2)
Oración
Señor; mi Dios, escucha mi oración. Considera con piedad mi deseo que no sólo se refiere a mí mismo, sino también al bien de mi prójimo”.
(Confesiones 11, 2)