Reflexión agustiniana

Escrito el 23/07/2022
Agustinos


Cada uno según su capacidad

Todo en la vida humana es gracia y don de Dios, pero cada uno recibe según su capacidad, aunque hay que tener en cuenta que la capacidad del hombre puede ser grandada por la gracia de Dios. Lo que sí es seguro, es que, si tú no quieres, si tú no aceptas el don que se te quiere dar, no lo recibes, nunca serás forzado a nada por parte de Dios: “El Señor le daba entonces en la medida de su capacidad. Ni los discípulos ni los mismos apóstoles tenían entonces capacidad para recibir cuanto les había de dar en su futura mesa” (Sermón 179, 5).

Lo que nos da capacidad es la caridad, esta nos capacita para entender y para obrar, para contemplar y actuar conforme a la Palabra: “En efecto, si eres capaz de ver el ver de la Palabra, quizá en el mismo ver el ver de la Palabra estarás viendo la Palabra misma, de modo que no sea una cosa la Palabra y otra el ver de la Palabra... Saquemos esta caridad de la fuente que la mana en abundancia, tomémosla, nutrámonos con ella. Toma lo que te capacita para lo que deseas. Que la caridad te engendre, te nutra, te perfeccione, te fortalezca para ver el ver de la Palabra, esto es, que no es una cosa la Palabra y otra su ver, sino que el mismo ver de la Palabra se identifica con la Palabra” (Sermón126, 15).

Es curiosa la reflexión que hace Agustín en torno a la capacidad de recoger el agua de la fuente no en proporción de su abundancia, sino de acuerdo con nuestra capacidad: “A los sermones de anteayer y de ayer con que os he pagado, sigue la lectura evangélica de hoy para, según el orden, examinarla no conforme a su dignidad, sino conforme a mis fuerzas, porque vosotros tampoco comprendéis conforme a la largueza de la fuente inundante, sino conforme a vuestra capacidad... Debemos, pues, creer, porque quiso que lo entendamos, lo que se ha dignado decirnos. Pero, si no podemos, quien sin rogarle proporcionó su palabra, proporciona, rogado, la comprensión” (Comentario a Juan 22, 1). Pero también encontramos en Él afirmaciones contundentes como esta: “a la fuente la caracteriza el manar, no el remansar las aguas” (Sermón239, 1), como invitándonos a nosotros a ser generosos y distribuir lo que hemos recibido. Ciertamente Dios es generoso con nosotros y nos concede grandes capacidades para recibir grandes bienes: “Y aunque no llegue a conseguirlo, ¿quién puede explicar cabalmente, ni siquiera pensarlo, qué bien tan grande, qué obra admirable del Omnipotente en esa misma capacidad de tales bienes otorgada por obra divina a la naturaleza racional?” (La ciudad de Dios 22, 24, 3).

Santiago Sierra, OSA