Domingo con San Agustín

Escrito el 04/12/2022
Agustinos


Domingo II Adviento 4 de diciembre de 2022

Mt 3, 1-12

Los granos pueden volverse paja y de la paja originarse granos.

Este domingo el evangelio nos anima a que permanezcamos unidos a Dios, a pesar de poder estar rodeados de personas a las que creamos que no son del todo buenas. Muchas veces nos quejamos que las personas que viven la fe con nosotros no son cumplidores. En lugar de preocuparnos por nuestro seguimiento del Señor, vivimos más ocupados en mirar al otro. San Agustín nos previene, en este mundo los buenos cristianos se juntan con los malos, pero él mismo nos advierte a que el juicio le corresponde a Dios, no a nosotros. Porque los buenos se pueden volver en malos y, al revés, los que creemos que son malos, ser mejores que nosotros al final, que es cuando cuenta.

Y no os extrañe la muchedumbre de cristianos malos que llenan la iglesia, que comulgan del mismo altar, que alaban a grandes voces al obispo o al presbítero que encarecen las buenas costumbres… Pueden estar con nosotros en la Iglesia de este tiempo, pero no les será posible en aquella asamblea de santos que tendrá lugar después de la resurrección. La Iglesia de este tiempo es semejante a una era que tiene grano y paja mezclados, es decir, buenos y malos juntos; pero después del juicio tendrá solamente buenos sin malo alguno. Esta era contiene la mies sembrada por los apóstoles, regada hasta el presente por los buenos doctores que les han sucedido y no poco atribulada por las persecuciones de los enemigos.

Llegará, sin embargo, aquel al que se refieren las palabras del credo: «De allí vendrá a juzgar a vivos y muertos», y, como dice el evangelio, tomará el rastrillo en su mano y limpiará su era; reunirá su trigo en el granero y la paja la entregará a un fuego inextinguible. Lo que estoy diciendo, escúchenlo también los bautizados hace tiempo. El que es grano, gócese con temblor, permanezca en la era, no se aleje de ella. No intente desprenderse de lo que, a su juicio, es paja, puesto que, si desea separarse ahora de la paja, no podrá permanecer en la era, y, cuando llegue quien sabe separar sin equivocarse, no subirá al granero lo que no encuentre en la era. Aquel granero se llenará y después quedará cerrado; la llama destruirá todo lo que quede fuera. Por tanto, amadísimos, el que es bueno soporte al malo; el que es malo imite al bueno. En esta era, efectivamente, los granos pueden volverse paja y, a su vez, de la paja originarse granos. Son cosas que acaecen a diario, hermanos míos; esta vida está llena de tormentos y consuelos. A diario caen y perecen quienes parecían buenos y, al revés, se convierten y recobran la vida quienes parecían malos. Dios no quiere la muerte del impío, sino que se convierta y viva. Escuchadme, granos; oídme los que sois lo que quiero que seáis; escuchadme, granos. No os entristezca el estar mezclados con quienes son paja: no os acompañarán por siempre. ¿Cuánto os oprime la paja? Gracias a Dios, es liviana. Preocupémonos sólo de ser grano, y, por mucha que ella sea, no nos oprimirá. Pues Dios es fiel y no permitirá que seamos tentados por encima de nuestras fuerzas; al contrario, con la tentación dará también la salida para que podamos soportarla.

 

Escúchenme también quienes son paja; escúchenme dondequiera que estén. No quiero que los haya aquí; no obstante, me dirigiré también a ellos por si acaso los hay. Escuchadme, pues, quienes sois paja, aunque, si me escucháis, ya no seréis paja. Escuchad, pues; que nos sea de provecho la paciencia de Dios; que el contacto y la amonestación de los que son granos os conviertan en granos. No os falta la lluvia de la palabra de Dios; no sea improductivo en vosotros el campo de Dios. Reverdeced, pues; granad, madurad. Quien os sembró quiere encontrar espigas, no espinas.

Sermón 223, 2