"Ell Hijo de Dios, al encarnrse, se ha unido a todo ser humano"
El viernes pasado os contaba que los agustinos están invitados a apoyar, en su respectiva actividad apostólica, el diálogo entre las diferentes iglesias cristianas y, también, entre las diversas religiones. Así, pueden llegar a descubrir, con gozo y respeto, las semillas de la presencia de Dios en todas las tradiciones nacionales y religiosas, y participar en las iniciativas para fomentar el diálogo.
Y es que, los agustinos, no tienen que permanecer ajenos al “diálogo de vida” con otras culturas, tradiciones e ideologías, desde el momento en que “el Hijo de Dios, con su encarnación, se ha unido, en cierto modo, con todo hombre”. De esta manera, Cristo se ha hecho presente en las graves pobrezas de nuestro tiempo, en la común solicitud por la vida humana, en el empeño por la justicia y en la protección de la naturaleza.
Por eso, los agustinos son conscientes de que “el mensaje cristiano no aparta a los hombres de la edificación del mundo, ni los lleva a despreocuparse del bien ajeno, sino que, al contrario, les impone como deber el hacerlo”.
En este sentido, atención especial exige a los agustinos, en la labor evangelizadora, los desafíos que suponen las sectas y otros grupos religiosos. La mejor respuesta que el cristianismo puede ofrecer a todos aquellos que buscan el sentido para su vida en las sectas, no es otra que:
a) el anuncio íntegro del Evangelio de Jesucristo,
b) una vida espiritual y contemplativa entregada generosamente al servicio de la caridad, y unida a una fe consciente vivida personalmente,
c) el fortalecimiento de las estructuras eclesiales de comunión y misión,
d) y, por último, el desarrollo de las posibilidades evangelizadoras que ofrece la religiosidad popular.
(Constituciones de la O.S.A. 180-181)