Orando con San Agustín

Escrito el 07/12/2022
Agustinos


Salmo 134

 

“Sólo estos ejemplos, que he querido citar como en resumen, si quisiera soltarlos como envoltorios bien cerrados y desarrollarlos, ¿cuánto tendría que detenerme en cada uno de ellos, que tantísimos misterios encierran en sí? Y hay que tener presente que todo esto no es sino consuelo de los miserables y condenados, no recompensa de los bienaventurados. ¿Cuáles serán, pues, aquellas recompensas si estos consuelos son tantos, tan grandes y de tal calidad? ¿Qué no dará a los que predestinó a la vida quien ha dado todo esto, incluso a los que predestinó a la muerte?” (La Ciudad de Dios, XXII, 24, 5).

Alabad al Señor, luceros matutinos,

alabad al Señor, anfibios del arroyo;

alabad al Señor, alondras y amapolas,

alabad al Señor, fieras de los montes.

Alabad al Señor, céfiros y vientos,

rayos y tormentas, lluvias torrenciales;

fríos del invierno, calores estivales,

el rosicler del alba

y el vespertino ocaso

alabad al Señor con luz y resplandor.

Alabadle, los años infantiles,

alabadle, la loca adolescencia;

alabadle, dorada juventud,

adoradle, arrugada madurez;

adoradle familias abiertas a la vida.

Alabadle también, seres queridos

que habéis sido llamados por el Padre.

Rogadle por nosotros

ahora que gozáis de su gloria eternamente.

Amén al Padre eterno,

amén a su Hijo, Cristo,

amén al santo Espíritu amoroso, por los siglos.

                                Nazario Lucas Alonso