Píldoras de San Agustín

Escrito el 12/02/2024
Agustinos


 

¡Hola, qué tal, cómo estás!

Esta semana comenzamos el tiempo de Cuaresma con la celebración del Miércoles de Ceniza. En ese día, los católicos llevamos en la frente o en la cabeza una pequeña cruz formada con ceniza.

El gesto de recibir la ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad. No es un gesto puramente exterior para lucirlo. Tiene que ser un signo de la actitud del corazón del creyente que quiere abrirse a la conversión, al cambio.   

Y, para poder avanzar en esta conversión, se nos propone la Cuaresma, que son cuarenta días, como un tiempo especial de escucha de la Palabra de Dios, de reconciliación con Dios y con los hermanos, y de una mayor práctica de la oración, el ayuno y la limosna.

Todo un programa de vida para cambiar la forma de pensar, de sentir y de actuar que tenemos. Pasar de estar centrados solo en nosotros mismos, para centrarnos en Dios y en los demás.

Hoy, San Agustín nos recuerda que este cambio solo se puede hacer con la ayuda de Dios. Pensar que lo podemos hacer nosotros solos, por nuestra propia cuenta y esfuerzo, es muy soberbio, y esto es algo que aborrece el Señor.

 “Señor, tú nos ayudas mientras vamos hacia ti. Haz que nunca podamos atribuir a nuestra sabiduría nuestra conversión, ni a nuestra fuerza el haberte alcanzado. De este modo evitaremos ser rechazados por ti, que resistes a los soberbios”.

(Encarnaciones sobre el salmo 18, 15)

Oración:

“Señor, ayúdanos para que podamos cambiar y encontrarte pronto a ofrecerte tú mismo por la alegría de quienes te aman".

(Enarraciones sobre el salmo 6, 5)