Historia y personajes

Escrito el 10/07/2025
Agustinos


Fr. Payo Enríquez de Ribera,  Arzobispo de Méjico

 

El agustino Fr. Payo Enríquez de Ribera fue obispo de Guatemala, Michoacán y de la Ciudad de Méjico, donde además ocupó el cargo de Virrey. Era hijo natural del Duque de Alcalá que ocupó numerosos cargos en la Corona Española. Nació en Sevilla y fue bautizado en 1612.

A los 15 años entró como novicio en el convento de S. Felipe el Real, profesando en 1628. Estudio en varias universidades como la de Osuna, Salamanca y Sigüenza y en 1626 pasó al convento Burgos y después al colegio de San Gabriel de Valladolid. En San Agustín de Alcalá consiguió el título de maestro en Teología y después de unos años como prior de Valladolid, fue elegido rector del colegio de Dña. María de Aragón.

Esa trayectoria tan elevada en la Orden hizo que fuera nombrado obispo de Guatemala a donde llegó en 1657 a los cuarenta y cinco años, aunque tomó posesión en 1659 en la catedral de León. Introdujo la imprenta en el país y publicó algunas obras religiosas, además de sus labores en la diócesis. En 1668 se le eligió para obispo de Michoacán, en Méjico, pero en el camino hacia la capital fue promocionado al arzobispado de Ciudad de Méjico, al morir repentinamente el anterior. La entrada oficial se hizo en 1670, y pronto se vieron los enfrentamientos entre el Virrey y el Arzobispo.

En su gobierno se preocupó de la reforma de las costumbres, la protección de las órdenes religiosas y la formación del clero secular. También visitó y reformó los claustros femeninos,  eliminando las corruptelas propias que había en ellos en ese tiempo. Abrió numerosos templos y conventos por la ciudad. En su tiempo se beatificó con solemnidad a Santa Rosa de Lima y a San Fernando.

A la muerte del Virrey den 1674 fue nombrado para ese cargo Fr. Payo Ribera por muerte del anterior gobernante. Lo que parece sería una autoridad de carácter temporal, se convirtió en un largo periodo, en que tuvo que gestionar ambas responsabilidades, incluidas las obras públicas y de defensa del territorio. Reformó el palacio de los Virreyes y la casa de la Moneda. Después de repetidas peticiones para que le relevaran de su cargo de Virrey lo consiguió en 1681 en que también dejó la sede mejicana.

 Rodeado del nuevo Virrey y las máximas autoridades descendieron al puerto de Veracruz para despedirse del Arzobispo  ya que retornaba a España. Aquí fue recibido en Cádiz y se le hizo un juicio para valorar su cargo de Virrey, encontrándose exento de cualquier actuación irregular. Se quiso proponerle para el cargo de presidente del Consejo de Indias, obispo de Cuenca o alguno más, pero prefirió retirarse al recoleto convento de Ntra. Sra. del Risco, en Ávila. Tres años después le sorprendió la muerte en 1684.

Fue una de las figuras más importante de los arzobispos virreyes de Nueva España, y el que más tiempo ejerció el gobierno civil. Se le ha calificado de un arzobispo culto, impulsor de la educación y las corrientes humanísticas. Tuvo una curiosa relación con el hospicio de los misioneros agustinos que salían camino de Filipinas y reposaban un tiempo en Ciudad de Méjico. Mons. Payo les bendijo la iglesia y les dio permiso para celebrar allí el culto público.

Fr. Ricardo Paniagua, OSA