Domingo IV Adviento 24 de diciembre de 2023
Lc 1, 26-38
Dios puede interrogar también al corazón
En este último domingo del Adviento, leemos el relato de la Anunciación y San Agustín al comentar este pasaje lo hace en referencia al de Zacarías. A los dos se les anuncia algo que no comprenden bien, a los dos se les habla del nacimiento de su respectivo hijo. Zacarías no cree del todo y María pone alguna objeción. San Agustín nos lo explica diciendo que la Palabra es la que une a la carne de María sin que la Palabra desaparezca. Es el milagro, el misterio de la Encarnación. Dios entra en la historia humana, toma forma de hombre para darnos su salvación. Para San Agustín, la diferencia entre ambos está en el interior de la persona, en el corazón de María que acoge la gracia de Dios, aun sin entenderlo del todo.
En verdad hay entre ellos una gran diferencia entre Juan el Bautista y Jesús, no sólo en lo referente a las madres por el hecho de que la de uno fuera virgen y la de otro estéril, pues aquella dio a luz a nuestro Señor, el Hijo de Dios, del Espíritu Santo; ésta, al precursor del Señor, de un varón anciano. Prestad atención también a esto. Zacarías no creyó. ¿Cómo no creyó? Pidió al ángel una prueba que le permitiese conocer la verdad de la promesa, porque él era anciano y su mujer ya entrada en años. El ángel le dijo: Quedarás mudo, y no podrás hablar hasta el día en que se cumplan estas cosas, por no haber creído a mis palabras, que se realizarán en el momento oportuno. El mismo ángel vino a María, le anuncia que Cristo iba a nacer de su carne, y María le dijo algo parecido. Zacarías efectivamente preguntó: ¿Cómo conoceré esto? Yo soy anciano, y mi mujer entrada en años. Se le contesta: Quedarás mudo, y no podrás hablar hasta el día en que esto se cumpla, por no haber creído mis palabras. Y recibió el castigo de la mudez en pago de su incredulidad. ¿Qué había dicho el profeta de Juan? Voz del que clama en el desierto. Zacarías, que ha de engendrar a la voz, se queda mudo. Se quedó mudo por no haber creído.
María dice: ¿Cómo sucederá esto, pues no conozco varón? Y el ángel le responde: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. He aquí cómo sucederá lo que preguntas; he aquí cómo darás a luz sin conocer varón; he aquí cómo: porque el Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. No temas el ardor de la concupiscencia estando a la sombra de tan grande santidad. ¿A qué se debe esto? Si prestamos atención a las palabras, o ambos creyeron o ambos dudaron, tanto Zacarías como María. Pero nosotros sólo podemos escuchar las palabras; Dios puede interrogar también al corazón.
¿Quién sabrá explicar esta gracia? ¿Quién será capaz de agradecer lo suficiente esta gracia? Tiene lugar la creación del hombre; por su propia voluntad perece el hombre, y aparece hecho hombre quien creó al hombre para que no pereciera el hombre que creó. La Palabra, Dios junto a Dios en el principio, por quien fueron hechas todas las cosas, se hace carne: La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. La Palabra se hace carne, pero es la carne la que se une a la Palabra, sin que perezca la Palabra en la carne. ¡Qué gracia! ¿Qué habíamos merecido para tener esto?
Sermón 290, 4-5