Domingo con San Agustín

Escrito el 06/10/2024
Agustinos


Domingo XXVII T.O. 6 de octubre de 2024

Marcos 10, 2-16

Serán dos en una sola carne

San Agustín al comentar el pasaje del evangelio de Marcos de este domingo, nos hace referencia a Jesús. Él pone un paralelismo entre Jesús y la Iglesia, e igual que Jesús amó y se entregó a la Iglesia, eso mismo deben hacer los esposos entre sí. En el fondo nos habla del amor de Dios, y para enseñarnos a amarnos entre nosotros, él mismo bajó a la tierra y nos amó, tomó nuestra carne y su unió a su esposa la Iglesia.

Vosotros sois el cuerpo de Cristo y miembros suyos cada uno». Si, pues, son el cuerpo de Cristo y miembros de una sola persona, no hagas dos. Él abandonó padre y madre y se unió a su esposa para ser dos en una sola carne. Abandonó a su Padre, porque aquí no se manifestó en su forma igual al Padre, sino que se anonadó a sí mismo tomando la forma de siervo. Abandonó también a su madre, la sinagoga, de la que nació según la carne. Se unió a su esposa, es decir, a la Iglesia. Al mencionar este testimonio manifestó la indisolubilidad del matrimonio: ¿No habéis leído —dice— que ya desde el inicio Dios los hizo varón y mujer? Serán dos —dice— en una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre. ¿Qué significa dos en una sola carne? A continuación, lo dice: Pues no son dos, sino una sola carne. Nadie ascendió sino quien descendió.

Mas para que conozcáis que el esposo y la esposa son un solo hombre —según la carne de Cristo, no según su divinidad, pues nosotros no podemos ser lo que es él según la divinidad, dado que él es el creador, nosotros su criatura; él el hacedor, nosotros los hechos; él el hacedor, nosotros la hechura; mas para que fuéramos con él una sola cosa en él, quiso ser nuestra cabeza, recibiendo carne de la nuestra en que morir por nosotros—; para que conozcáis, pues, que este conjunto constituye el único Cristo, dijo por el profeta Isaías: Como a un esposo me ciñó el turbante y como a una esposa me vistió de gala. Él mismo es esposa y esposo. Él mismo es ciertamente, como cabeza, esposo; como cuerpo, esposa. Pues —dice— serán dos en una sola carne; y es una sola carne, no ya dos.

Por tanto, hermanos, siendo miembros de su cuerpo, a fin de comprender este misterio, vivamos —según dije— piadosamente y amemos a Dios con desinterés”. Sermón 91, 7-9