Santiago Apóstol

Escrito el 25/07/2021
Agustinos


 

Música:  Renaissance. Audionautix
Texto:  Miguel G. de la Lastra, OSA

En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición.

Él le preguntó:
¿«Qué deseas?».

Ella contestó:
«Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda».

Pero Jesús replicó:
«No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?».

Contestaron:
«Podemos».

Él les dijo:
«Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mi concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre».

Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los dos hermanos. Y llamándolos, Jesús les dijo:
«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo.

Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos».



“PETICIONES DE JÓVENES Y MAYORES"”

La petición de la madre de Santiago y de Juan es una petición ambiciosa, una petición de quien sueña con corazón grande, quizás un corazón demasiado grande para mentes mezquinas que se conforman con pasos pequeños. Un puesto al lado de Jesús, no un puesto entre la masa, anónimo, sino un sitio de protagonista en el Reino. Una petición de corazones grandes que lleva a recorrer el camino de los corazones grandes: Beber el cáliz. No sé si Santiago y Juan están más identificados con la petición de su madre o con  la invitación de Jesús, pero  una cosa y la otra la recibirán, el camino y la meta.

En esta jornada de los abuelos quizás podríamos escuchar esa petición dicha con la ambición del corazón joven, dispuesto a todo por conseguir lo más grande y repetida como en eco por el corazón labrado por los surcos de la vida, por las cicatrices de las batallas. El joven escuchará más la petición de la madre, un puesto al lado de Jesús; mientras que el anciano oirá con más fuerza la pregunta de Jesús: ¿capaces de beber el cáliz? Y esa respuesta de la que son pruebas las huellas del tiempo en sus sienes y en sus ojos. Somos capaces. Lo hemos sido en medio de momentos más o menos complicados en los que se ha manifestado esa fuerza increíble e inesperada de Dios. Hemos sido capaces y seremos capaces, paso a paso , cuantas veces el Señor nos permita seguir anunciando su Reino. El ansia de estar con Cristo nos empuja por el Camino de Cristo, a través de los trabajos y fatigas de Cristo