Jueves XVIII del Tiempo Ordinario

Escrito el 05/08/2021
Agustinos


En aquellos días, llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos:

«¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?».

Ellos dijeron:

«Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas».

Él les dijo:

«Y vosotros ¿quién decís que soy yo?».

Simón Pedro contestó:

«Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo».

Replicando Jesús le dijo:

«Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».

Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que Él era el Cristo.

Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que Él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día.

Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo:

«¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!».

Pero Él, volviéndose, dijo a Pedro:

«¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!».