Miércoles VII de Pascua

Escrito el 24/05/2023
Agustinos


Texto: Jesús Baños,  OSA
Música: Autum prelude

En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró Jesús diciendo:
«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría cumplida.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad»


Santificados

Qué gran alegría experimentar que Jesús ora por nosotros. Sentirnos parte de esta oración como discípulos de Jesús. Una gran alegría porque es una oración de garantía. ¡La hace el mismo Jesús justo antes de dar cumplimiento a su misión en la tierra!

Pide a Dios para que vivamos en la unidad, teniendo la relación entre Jesús y el Padre como modelo; pide para que, viviendo en medio del mundo, nos veamos libres del mal; y pide para que vivamos en la verdad de la Palabra de Dios que es el mismo Jesús. Y con esa verdad ir al mundo como enviados y ahí, en el mundo, ser santificados.

Hoy, invitados por el evangelio, podemos dejar que la oración de Jesús nos envuelva y así sentirnos fortalecidos para ser buenos seguidores suyos, enviados al mundo para ser sus testigos, libres del mal, a salvo del maligno, en unidad y afianzados en la verdad de su Palabra. Así seremos santos. Mejor: seremos santificados.