III Domingo de Pascua

Escrito el 14/04/2024
Agustinos

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Texto:  Ángel Andújar, OSA
Música: Prelude nº1 in C major. Joham S. Bach (Kimiko Ishizaka)

En aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice:
«Paz a vosotros».

Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Y él les dijo:
«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».

Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
«¿Tenéis ahí algo de comer?»

Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.

Y les dijo:
«Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí».

Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y les dijo:
«Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».

No acababan de creer

La vida es una gran aventura, llena de sorpresas y situaciones impredecibles e incontrolables. En medio de ese proceso tan complejo, en muchas ocasiones podemos encontrarnos despistados, confundidos, apáticos, tristes o llenos de miedos.

Algo así es lo que vemos que les acontece a los discípulos de Jesús en la escena de este domingo. Algunos de los discípulos no terminaban de entender el significado de la Resurrección de Jesús. Unos lo habían visto por el camino, otros contaban que se les había aparecido, pero otros no lo habían visto y no sabían qué pensar.

Nos relata el Evangelio de Lucas que Jesús volvió a aparecer en medio de ellos y les dijo: «Paz a vosotros». Y que ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. No lo reconocían, pues su presencia no era tan evidente y clara como lo había sido en su vida mortal. Así que algunos se asustaban, o pensaban que era un fantasma.

El miedo es un componente de nuestro propio sistema biológico. Muchas veces tenemos miedo porque ignoramos ciertas cosas, por desconocimiento. Otras muchas veces, el miedo es falta de confianza.

Sin embargo, aunque a veces no lo podamos distinguir con claridad, ahí está Jesús, apareciéndose en nuestra vida de maneras que no esperamos, sorprendiéndonos a través de otras personas o situaciones que nos suceden, invitándonos a confiar en la vida, en nosotros mismos, en los demás y, sobre todo, en Dios. Ahí está Jesús, de alguna manera, diciéndonos, con cariño, “Paz a vosotros”, “estad tranquilos”, “yo estoy vivo, en medio de vosotros”.

Jesús, como hizo con sus amigos, también nos pide a nosotros que seamos valientes, que nos atrevamos a dejar a un lado nuestros miedos y oscuridades. Nos anima a que seamos portadores de confianza y fuente de paz para quienes están a nuestro lado. Aceptando a los demás como son y tendiéndoles siempre la mano. Esa es la experiencia de la Pascua, una experiencia en clave de camino, de proceso, porque es en el camino de la vida donde nos podemos encontrar con el Señor resucitado, es en el camino de la vida donde podemos ir abriendo los ojos a una nueva realidad, es en el camino de la vida donde estamos llamados a ser testigos de la resurrección.

La pedagogía divina nos da un tiempo para ir asimilando la fe en el Resucitado. Dejemos a Dios guiar nuestros pasos para que su presencia sea realmente fructífera en nuestro mundo.

 ¡Feliz día del Señor!