VI Domingo de Pascua

Escrito el 05/05/2024
Agustinos


Texto:  Javier Antolín, OSA
Música: Prelude nº1 in C major. Joham S. Bach (Kimiko Ishizaka)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé.
Esto os mando: que os améis unos a otros».

Amor que se difunde

El Evangelio de hoy pertenece al llamado discurso de despedida de Jesús en la última cena donde deja su testamento a sus discípulos: “que os améis unos a otros como yo os he amado.” Esto es lo que quiere que recuerden sus discípulos siempre, no solamente para que lo guarden en su memoria, sino para que lo pongan en práctica.

Jesús ha recibido el amor del Padre y ha manifestado ese mismo amor a sus discípulos. Dios ha tomado la delantera y nos ha amado primero, y Jesús ha recibido ese amor de Dios y lo ha manifestado dando su vida por los amigos. Quien no vive y experimenta el amor difícilmente podrá amar. Los discípulos de Jesús han experimentado el amor que Dios les tiene, por lo tanto, pueden seguir comunicando el amor recibido. Dios nos ha amado primero de modo incondicional, pero Jesús curiosamente no pide a sus discípulos que al igual que han recibido el amor de Dios correspondan a ese amor amando a Dios, sino que les pide y nos sigue pidiendo a los discípulos de todos los tiempos que nos amemos los unos a los otros. Jesús está interesado en que convirtamos el amor recibido en amor que se difunde y comunica, no es cuestión de devolver el amor a Dios, sino que amando a los otros ya estamos amando a Dios. Por eso, Jesús nos llama amigos pues nos ha comunicado su amor y amistad.

Este es el mismo mensaje que nos queda a los discípulos de todos los tiempos y como se va terminando el tiempo pascual, tenemos que preguntarnos cómo van los frutos de esta Pascua en nuestra vida, si vamos dando esos frutos de buenas obras en la vida de cada día. Dios, por medio de su Hijo, nos ha amado primero y quiere que sigamos su ejemplo dando frutos de amor en nuestra vida.