V Domingo de Pascua

Escrito el 18/05/2025
Agustinos


Texto:  José María Martín, OSA
Música: A new day. Mixaund

Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús:
«Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros.

Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros».


El mandamiento nuevo del amor

 

 

Este fragmento del Evangelio de San Juan nos recuerda que Jesús está a punto de cumplir su misión, volverá al Padre, pero antes, nos revela su identidad: “la unidad con el Padre”. Con su entrega total atraerá a todos hacia Sí. Hay una despedida y una promesa: regresa al Padre, pero “no nos dejará huérfanos”, seguirá presente en el Espíritu Vivificante.

“Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado” ¿En qué es nuevo ese mandamiento? Jesús da una nueva medida al amor. Dice “como yo os he amado” en el momento mismo en el que, por amor, entrega todo. “Antes de la fiesta de la Pascua, Jesús, amando a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”.

Estamos muy acostumbrados a escuchar que nos debemos amar los unos a los otros. Es natural, porque es el primer mandamiento del Señor, el más importante, el que lo resume todo. Y el Evangelio de hoy nos lo recuerda una vez más. Es imposible hablar más claro.  Y Jesús nos da una razón estimulante y comprometedora a la vez, cuando añade: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, en que os amáis unos a otros”.  

¿Quién no quiere aparecer como cristiano? ¿Quién se niega a llevar el uniforme de Cristo? ¿Quién no quiere ser testigo de la fe?

Es comprometedora también la razón que Cristo nos da. Porque no se trata sólo de parecer cristianos, sino de serlo. ¿Amo a mi hermano? Soy de Cristo... ¿No lo amo? Dejo de ser de Cristo...  Como se ve, este precepto del Señor y este amor fraterno nos constituyen en sacramento de Cristo. Quien nos ve amarnos, piensa en Jesucristo sin más. Porque nuestro amor nace de Jesucristo, nos une en Jesucristo, y nos empuja a hacer los sacrificios más heroicos, en favor del hermano, por amor a Jesucristo. La Madre Teresa de Calcuta, lo dijo con frase lapidaria e inmortal: “Nuestro compromiso no es con los pobres, sino con Jesucristo”.