Ascensión del Señor

Escrito el 01/06/2025
Agustinos


Texto: Miguel G. de la Lastra, OSA
Música: A new day. Mixaund

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.

Vosotros sois testigos de esto. Mirad, yo voy a enviar sobre vosotros la promesa de mi Padre; vosotros, por vuestra parte, quedaos en la ciudad hasta que os revistáis de la fuerza que viene de lo alto».

Y los sacó hasta cerca de Betania y, levantando sus manos, los bendijo.

Y mientras los bendecía, se separó de ellos, y fue llevado hacia el cielo.

Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.


El regreso a la Patria

Ellos se volvieron a Jerusalén muy contentos. La escena del evangelio nos sitúa en el monte de los Olivos y no podemos evitar recordar que unas semanas antes también habían caminado a Jerusalén llenos de alegría, cuando Jesús entraba entre los cantos de las muchedumbres. No podemos dejar de notar que esta alegría parece un poco fuera de lugar. Jesús les ha abandonado, ha viajado al cielo y les ha dejado en la tierra, en una tierra que no tiene aspecto de haber sido salvada todavía.

Lucas termina así el evangelio, dejándonos una historia un poco incompleta. La historia de Jesús ha quedado perfectamente completada, incluso ha subido al cielo. Pero la historia de los discípulos parece estar parada. Ellos que tenían que ser pescadores de hombres se quedan en Jerusalén. ¿No deberían sentirse tristes, abandonados y frustrados? Quizás esta inesperada alegría sea precisamente la que nos ayude a entender mejor el evangelio de hoy. Se habla de la pasión de Jesús y de su subida al cielo, una vida bien realizada. Pero se habla también del envío del Espíritu y de la misión de los discípulos por todo el mundo. Parece que la historia de Jesús va a ser continuada en la historia de los apóstoles, como si el camino al cielo de Jesús fuera el final de su recorrido y el comienzo de la historia de los apóstoles. Lucas pone esta ascensión como una bisagra, al final del su evangelio y al comienzo del libro de los Hechos.

Jesús regresa al cielo, donde pertenece, y la Iglesia queda en la tierra, pero no porque pertenezca a la tierra, sino porque hay un camino que recorrer, una tarea por ir haciendo. Como si el camino de Jesús fuera más allá de la cruz y la resurrección para incluir también la ascensión al cielo. No basta estar bien, es necesario estar bien en casa, regresar a la Patria.

Y precisamente eso es la Ascensión, el regreso de Cristo a su Patria, el regreso de la humanidad a la patria del cielo. Su ascensión es modelo de nuestra ascensión. Nuestro corazón se “levanta” hacia donde Cristo esta. No sólo esperamos vencer a la muerte y la enfermedad y vivir en comunión en esta tierra sino que se nos abre una esperanza mayor, un horizonte más amplio. Llegar al cielo es la meta, y el camino es la tierra que pisamos. La nube que nos oculta a Cristo en el relato de los Hechos de los Apóstoles nos obliga a mirar a la tierra. Nos cierra el camino cruzando el cielo, que es un camino que no podemos recorrer y que nos llena de frustración. Pero al mismo tiempo nos abre un camino a lo largo de la tierra.

“Todo forastero espera llegar a su patria; Por tanto, amadísimos, ahora habéis oído la invitación a levantar el corazón; al mismo corazón se debe que pensemos en aquella vida futura. Vivamos santamente aquí para vivir allí”. (sermón 395).