Miércoles XV Tiempo Ordinario

Escrito el 16/07/2025
Agustinos


Texto: Javier Antolín,  OSA
Música: A new day. Mixaund

En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Si, Padre, así te ha parecido bien.

Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».

 

Dando gracias

Jesús en el Evangelio de hoy comienza con una oración espontanea, de acción de gracias al Padre, al Señor del cielo y de la tierra, son palabras de alabanza y reconocimiento agradecido. Conviene que veamos cómo es nuestra oración, si es de acción de gracias y alabanza, si nos dirigimos a Dios con la misma confianza de Jesús y le llamamos Padre o tal vez nos falta esa confianza filial. Hay veces que nuestra oración es más formal o seguimos las oraciones oficiales de la iglesia, pero es importante que de vez en cuando nuestra oración brote espontáneamente de nuestro corazón y nos dirijamos al Padre con un espíritu agradecido que exulta de alegría por todo lo que nos regala día a día.

Como dice el Evangelio solamente los sencillos conocen al Padre del cielo, pues no es que se oculte a los sabios y entendidos, sino que para conocer a Dios tenemos que seguir el camino de la sencillez y la humildad, los que saben, los que no tienen nada que aprender, les cuesta ser confiados y agradecidos, pues están muy seguros de sí mismos y creen que lo que tienen les pertenece, como si tuvieran derecho a los dones que nos regala la vida, así no se puede ser agradecido ni se puede reconocer la presencia misteriosa de Dios.

Demos gracias a Dios desde lo más profundo de nuestro ser, que se abra nuestro corazón a la alabanza, que agradezcamos el don de la vida, la fe, el amor de Dios, la familia, los amigos, las vacaciones… pues a veces nos olvidamos de agradecer todo lo que nos rodea, pues todo lo que tenemos lo hemos recibido, que seamos humildes y sencillos para agradecer tanto don inmerecido, tanto amor, que reconozcamos en las cosas cotidianas la presencia bondadosa de Dios.