III Domingo de adviento

Escrito el 11/12/2022
Agustinos


Texto: Miguel G. de la Lastra, OSA
Música: Autum Prelude

En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, mandó a sus discípulos a preguntarle:
«¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?».
Jesús les respondió:
«Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo:
los ciegos ven, y los cojos andan;
los leprosos quedan limpios y los sordos oyen;
los muertos resucitan
y los pobres son evangelizados.
¡Y bienaventurado el que no se escandalice de mí!».
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan:
«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Mirad, los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta?
Sí, os digo, y más que profeta. Este es de quien está escrito:
“Yo envío mi mensajero delante de ti,
el cual preparará tu camino ante ti”.
En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él».


Vivir en esperanza

 

Este domingo es conocido como Gaudete, a mitad del adviento, marcando el inicio de las dos últimas semanas. Y la pregunta que nos presentan los discípulos de Juan en el evangelio no sirve para tomar el pulso a nuestra esperanza. Porque “seguir esperando” es una forma de esperar a la que nos podemos acostumbrar tanto que termina siendo una forma de desesperar. Es esa forma de esperar que va dejando el poso de pensar que al final nunca va a suceder. Seguro que los discípulos de Juan habían pensado muchas veces que Juan era el Mesías, y se habían desilusionado. Quizás tantas veces nos pasa a nosotros que creemos que Cristo va a ser la solución a nuestros problemas concretos, nuestras enfermedades del alma y en ocasiones también la solución a nuestros sueños. Y seguimos esperando que suceda algo.

Pero hay otra forma de esperar. La del labrador que ve crecer poco a poco la semilla y sabe contener los tiempos. Sabe que hoy no es tiempo de siega, pero que sí llegará ese tiempo. Y vive como si la siega fuera a suceder. Es el esperar que nos hace vivir como si las palabras de la fe fueran ciertas, es un esperar que se hace fe activa.

Precisamente esa forma de tener esperanza es la que Jesús nos propone hoy. Ciegos que ven, inválidos que andan son las imágenes proféticas de un pueblo que ya no es deudor de sus culpas, que ya no sigue pagando por sus antiguos pecados. Es cierto que aún no se ha presentado un reinado nuevo y que muchas de las consecuencias de las antiguas decisiones de los hombres siguen presentes, pero aparecen los primeros signos. Quien se da cuenta de estos signos de novedad comprende que hay un nuevo orden en la forma de organizarse el mundo, que Dios ha tomado partido por la humanidad y lo ha hecho de forma muy personal y muy activa.

Quién descubre esto vive como si estas cosas fueran ciertas. Vive tal y como su fe le dicta. Vive en Esperanza. Y así la alegría de este domingo rebate la nostalgia que hace crecer la continua sensación de que aún tenemos que esperar a que venga otro mesías, a que suceda otra situación favorable, a que Dios cambie algo en el futuro. Esa nostalgia que nos envenena se disipa cuando miramos las respuestas en el pasado…¡ya ha actuado el Mesías! ¡Ya ha sucedido una acción de Dios en favor de los hombres! Y vemos sus consecuencias, aunque no sean del todo definitivas. Quizás no vemos ojos abiertos y rodillas robustecidas, ni manos firmes o pies que comienzan un camino de regreso a la patria sino que tal vez aún estamos agobiados por el peso de la vida que nos impide levantar la cabeza de pesada que es.

Pero hemos visto a Dios comprometerse en persona con nosotros. Hacerse hombre, vivir la vida de hombre, tocar la miseria del hombre.

¿Tenemos que esperar a otro? ¡Pero quién más se comprometería con toda la miseria del hombre! Mirad que también al os más bajos se les anuncia el amor de Dios.

El Reino, ya ha llegado y va brotando entre nosotros