IV Domingo de adviento

Escrito el 18/12/2022
Agustinos


Texto: José Mª Martín, OSA
Música: Autum Prelude

La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que habla dicho el Señor por medio del profeta:
«Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.


Vivir con esperanza como María y José

 

1.-Confiar plenamente en Dios. Hay una gran diferencia entre la persona que se dirige a Dios para "exigirle" pruebas de su existencia cuando se encuentra en apuros, y la persona que sabe reconocer a través de la fe el paso del Señor por su vida. La primera es una persona que utiliza la religión como un producto más del supermercado, sólo se dirige a Dios cuando lo necesita. La segunda es una persona creyente que sabe identificar la presencia de Dios y es agradecida a su acción salvadora. José y María pertenecen a este segundo grupo, el de los auténticos creyentes, porque confían plenamente en Dios.

2. – Los signos de Dios. El Vaticano II nos enseñó a saber identificar "los signos de los tiempos", interpretando lo que pasa en nuestro mundo desde la óptica de la fe. María y José supieron identificar la "señal" anunciada por el profeta: "la Virgen está encinta y da a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa "Dios con nosotros". Ante el más mínimo contratiempo nuestra fe vacila. Sin embargo, María y José, pusieron su confianza en Dios, a pesar de que, humanamente hablando, todo pareciera absurdo. José y María eran conscientes de que no van a ser comprendidos, de que su fama va a ser puesta en entredicho. María no comprendía, pero dijo "sí" a Dios por medio del ángel. A José le costaba entender lo que estaba sucediendo con María, es verdad que vaciló al principio, pero después "hizo lo que le había mandado el ángel y se llevó a casa a su mujer". Los dos nos dan ejemplo de fe, de lectura creyente de lo que pasaba por sus vidas. ¿Dónde me sitúo yo?, ¿cómo estoy viviendo actualmente mi relación con Dios?, ¿cómo es mi fe, confiada o interesada?

3. La razón de nuestra esperanza. Hoy celebramos la fiesta de Santa María de la Esperanza, pero también podemos decir que celebramos también hoy a San José de la Esperanza. Sin esperanza la vida es una noche en la que no amanece nunca. San Agustín decía que "la esperanza hace tolerable nuestra vida". María y José vivieron con esperanza y lo demostraron, porque movidos por ella superaron todas las dificultades de la vida. La capacidad de escucha, de confianza en Dios y de aceptación de su voluntad que tuvieron María y José debe ser para nosotros un ejemplo que nos anime a superar todos nuestros problemas. Cuando no hay esperanza vacilan el amor y la fe. No hay nada más triste que vivir en la desesperanza, sin ilusión por el futuro. El seguidor de Jesucristo tiene que ser un hombre o mujer, esperanzados y esperanzadores. La razón de nuestra esperanza es que Dios cumple su promesa, es "Dios con nosotros". Con El a nuestro lado todo se llena de luz, de sentido, de razón. Ya no caben las dudas, los pesimismos, los sentimientos negativos. ¿Cómo puede ser que se diga que los cristianos somos "gente tenebrosa"?, ¿Te has dado cuenta de lo que significa esta gran noticia: "Dios está con nosotros", está contigo, te quiere, se preocupa por ti, te ayuda y te sostiene? ¿No es algo maravilloso? Pues,  vívelo….