Miércoles II de Navidad

Escrito el 04/01/2023
Agustinos


 

Texto: Javier Antolín, OSA

Música: Keys of Moon. One Love

En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice:
«Este es el Cordero de Dios».
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta:
«¿Qué buscáis?».
Ellos le contestaron:
«Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?».
Él les dijo:
«Venid y veréis».
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; era como la hora décima.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice:
«Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)».
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo:
«Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce: Pedro)».


Revivir el encuentro con Jesús

Estamos en el tiempo de la Navidad en el que nos hemos encontrado con el niño que por nosotros ha nacido en Belén. La fe es la búsqueda y el encuentro con Dios y, precisamente el Evangelio de hoy, nos describe el encuentro de los primeros discípulos con Jesús. Se nos habla de Andrés y otro discípulo que eran seguidores de Juan el Bautista, éste al ver a Jesús que pasaba les dice: “este es el Cordero de Dios”, ellos le siguen y Jesús les invita a que estén con él y experimenten dónde y cómo vive. Después de esta experiencia gratificante de encontrarse y vivir con Jesús, Andrés va y se lo anuncia a su hermano Pedro, diciéndole: hemos encontrado al Mesías.

              En la Navidad vivimos el encuentro con Dios, o más en concreto, que Dios nos ha encontrado y ha venido a vivir y quedarse con nosotros para siempre. Conviene que sigamos experimentando esa presencia silenciosa, misteriosa y salvadora de Dios entre nosotros y que seamos testigos, es decir, que anunciemos a otros la alegría de la presencia de Dios con nosotros.

              El Evangelio de hoy nos invita a revivir el encuentro con Jesús, tú como yo, al igual que los primeros discípulos estamos invitados a estar con él, por eso es bueno contemplar el misterio de la Navidad, la palabra se ha hecho carne y se ha quedado entre nosotros. Que nos dejemos llenar de la presencia de Dios, para que hagamos realidad ese misterio del amor de Dios entre la gente que vive a nuestro lado.