Domingo VI Tiempo Ordinario

Escrito el 12/02/2023
Agustinos


Texto: Javier Antolín, OSA
Música: One love. Keys of moon

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno sólo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.
Porque os digo que si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será reo de juicio.
Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano “imbécil”, tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama “necio”, merece la condena de la “gehenna” del fuego.
Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo. Habéis oído que se dijo:
“No cometerás adulterio”.
Pero yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón.
Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la “gehenna”.
Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la “gehenna”.
Se dijo: “El que se repudie a su mujer, que le dé acta de repudio.” Pero yo os digo que si uno repudia a su mujer -no hablo de unión ilegítima- la induce a cometer adulterio, y el que se casa con la repudiada comete adulterio.
También habéis oído que se dijo a los antiguos: “No jurarás en falso” y “Cumplirás tus juramentos al Señor”.
Pero yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo cabello. Que vuestro hablar sea sí, sí, no, no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno».


No he venido a abolir, sino a dar plenitud

Seguimos escuchando el Sermón del Monte en el que Jesús se dirige a sus discípulos que conocían la ley de Moisés. Los judíos estaban orgullosos de la Ley pues se la había regalado Dios, y cumpliendo la ley eran fieles a la alianza con el único Dios verdadero. Jesús no ha venido a poner fin a la ley que había sido dada por Dios, sino a darle un verdadero sentido.  Jesús quiere que no se queden en un mero cumplimiento, que no se contenten solo con no matar, sino que quiere inscribir la ley en lo más profundo del corazón. Basta con que en nosotros haya agresividad, enemistad, malos pensamientos, enfado o desprecio hacia los demás, aunque no les matemos materialmente les estamos anulando y marginando en nuestro corazón.  

              Lo mismo se puede decir en relación con el adulterio no es necesario cometerlo materialmente, basta con el deseo o la mirada para que el mal se cuele en nuestro corazón.

              Jesús quiere que sus discípulos vivan y practiquen la reconciliación, no podemos contentarnos con rezar y estar en paz en nuestro interior con Dios si no vivimos en paz y concordia con nuestros semejantes. La piedad y la devoción no deben encubrir nuestra falta de amor. Centrémonos en nuestro interior, pues en lo más profundo de nuestro ser se activa todo lo bueno que Jesús nos ha enseñado.