Domingo VII Tiempo Ordinario

Escrito el 19/02/2023
Agustinos


Texto: Jesús Baños, OSA
Música: One love. Keys of moon

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”. Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también el manto; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas.
Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo”.
Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».


Ser buenos hijos

Jesús sigue enseñando desde el monte la plenitud de la ley. Es la ley para quien quiera seguirle. Y el asunto se va poniendo cada vez más complicado… Si lo pensamos desde nosotros, ¡imposible!

 El domingo pasado nos decía que no se trata solo de no matar, que tampoco vale insultar; que lo verdaderamente bueno es la fraternidad. Y que la fraternidad exige el perdón. Sin eso no hay buena relación con Dios por muchas normas que cumplamos… Y hoy sigue en la misma onda: no hay posibilidad de seguir a Jesús, nos quedamos sin Dios sino vivimos el amor concreto que perdona, que pone la otra mejilla, que da el manto a quien se lleva la túnica, que acompaña dos millas cuando se pide una y que da con generosidad… Eso es plenificar la ley que queda así sintetizada en el amor: amor concreto.

Pero es que va más allá y alarga el amor hasta los enemigos… Y si lo anterior nos resulta tantas veces difícil esto nos parece ya imposible de todo punto… Como si Jesús no nos conociera… ¡Amar al enemigo! No nos sale. Malamente rezar por los que nos persiguen… pero ¿amar al enemigo? Y si no lo hacemos nos quedamos fuera de la categoría de hijos de Dios. ¿Por qué? Porque si somos hijos de Dios tenemos que hacer lo que hace Dios. Que un hijo haga lo que hace un padre es bastante razonable… pero si el padre es Dios que es perfecto… Eso solo si Dios nos lo concede.

Concédenos, Padre Dios, ser buenos hijos…  Esa es la plenitud de la ley y es lo que Jesús nos propone en el sermón de la montaña. Vivir amando como Tú amas. En la perfección. Como lo hizo tu hijo Jesús. Él sí que fue buen hijo. Nosotros podremos serlo de su mano. Hijos en el Hijo. Hasta poder amar a los enemigos.