Miércoles V de Cuaresma

Escrito el 29/03/2023
Agustinos


Texto: Ángel Andújar,  OSA
Música: Autum prelude

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él:
«Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres».
Le replicaron:
«Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Seréis libres”?».
Jesús les contestó:
«En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque mi palabra no cala en vosotros. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre».
Ellos replicaron:
«Nuestro padre es Abrahán».
Jesús les dijo:
«Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios; y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre».
Le replicaron:
«Nosotros no somos hijos de prostitución; tenemos un solo padre: Dios».
Jesús les contestó:
«Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y he venido. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió».


La verdad os hará libres            

La Cuaresma toca a su fin y, en este último miércoles, somos invitados a buscar el camino que lleva a la libertad.

Jesús señala a aquellos que habían creído en él que si permanecen en su palabra conocerán la verdad, y esta los hará libres. Fijémonos, pues, en los tres aspectos que une Jesús en esta llamada que hace a los judíos que habían creído en él: permanecer en su palabra, conocer la verdad y ser libres.

Permanecer en la palabra de Jesús es la condición sine qua non para ser sus discípulos. Esto pasa por acoger atentamente lo que Jesús dice, no solo de palabra sino también con su vida, con sus hechos. Para ello, es preciso leer una y mil veces los Evangelios, meditar su palabra, hacer de las escrituras algo asiduo en la propia vida. La práctica de la lectio divina puede ser un instrumento muy útil para aprender a permanecer arraigados en el Señor y su palabra. Por ello, los que pretendemos o decimos ser cristianos, discípulos de Cristo Jesús, necesitamos buscar el camino para poner en el centro de nuestra existencia la Palabra de Dios. De lo contrario, ese discipulado será un título vacío, sin fundamento, que difícilmente se reflejará en la vida concreta.

El arraigo en la palabra de Jesús nos lleva al conocimiento de la verdad. Ciertamente esta es una expresión muy ambigua, pues, como ya decía Pilato (Jn 18, 38), ¿qué es la verdad? Existen tantas “verdades”, se absolutizan tantas cosas, y se relativizan tantas otras, que hablar hoy de la verdad parece una quimera. Podemos escoger vivir de cualquier modo, sin una verdad que guíe nuestros pasos, pero no es muy recomendable. Sigue siendo necesario buscar esa esencia profunda de la existencia, el fundamento que dé sentido auténtico a nuestra vida, en relación con nosotros mismos, con las demás personas y con Dios.

La verdad no es un elenco de conocimientos teóricos, que uno pueda memorizar y repetir como un papagayo. Se trata de esa sabiduría de vida que nos transmite la Palabra de Dios y que nos hará saber tomar las riendas de nuestra existencia en cada una de las situaciones que se nos presenten.

Por último, este camino que, a través del arraigo en la palabra de Jesús nos conduce a la verdad, será lo que nos haga personas libres, que es la aspiración profunda de todo ser humano. Frente a concepciones simplistas de la libertad, que la consideran sencillamente como la capacidad de hacer lo que a cada cual le venga en gana, la auténtica libertad es la de quien tiene los argumentos suficientes para no dejarse esclavizar por nada ni por nade, tampoco por ideologías, pulsiones, intereses o egoísmos, y buscar que las propias decisiones se fundamenten en una existencia plena de sentido. No es más libre quien no renuncia a nada, sino quien sabe llevar la existencia a su máxima expresión. Para los cristianos, el seguimiento de Jesús, tomada no como obligación sino como adhesión personal, es lo que nos hace auténticamente libres y responsables.