Texto: Javier Antolín, OSA
Música: Autum prelude
En aquel tiempo, dijo Jesús a Tomás:
«Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí».
«Si me conocéis a mi, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dice:
«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Jesús le replica:
«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre" ? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras, Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.
En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».
Yo soy el camino
En la fiesta de los apóstoles Felipe y Santiago el Evangelio comienza con un texto muy conocido: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida…” donde Jesús se nos presenta como el camino para ir al Padre. Felipe interviene en el diálogo y dice: “muéstranos al Padre y nos basta”, Jesús se sorprende que sus discípulos después de tanto tiempo no le conozcan ni a él ni al Padre, pues les dice que quién le ha visto a él ha visto al Padre.
Nosotros también somos discípulos de Jesús y seguimos en nuestro camino cristiano, pero no sé si seguimos sin conocer al Padre. Jesús es la Palabra de Dios y ha venido a manifestarnos el amor de Dios Padre para todos, su voluntad de amor y salvación universal. Jesús ha sido enviado por el Padre para anunciar ese mensaje de salvación, por eso nos sorprende que sus discípulos más cercanos no conozcan al Padre. ¿Conocemos realmente al Padre? ¿Nos relacionamos con él como lo hacía Jesús, con esa confianza y cercanía llamándole Abba?
Jesús está unido al Padre y no hace nada por su cuenta, pues ha venido a hacer su voluntad. Tenemos que descubrir la presencia del Padre en el Hijo, y al mismo tiempo, la presencia del Hijo en el Padre, esa inter comunión de amor y de vida entre el Padre y el Hijo. Si somos capaces de entrar en esa comunión de amor que existe entre el Padre y el Hijo, podemos seguir haciendo las obras del Hijo, pues si creemos podremos seguir anunciando su mismo mensaje con palabras y obras de salvación que tanto sigue necesitando nuestro mundo.